Oh, Braid. Me atrevería a decir que, tras Shadow of the colossus, es el videojuego que más controversia ha levantado por esta pequeña parte de la blogosfera. A decir verdad, siempre me he tenido que mantener al margen de esas conversaciones, puesto que nunca me había propuesto completar el juego. Pero eso ha cambiado. Hará una o dos semanas decidí descansar del frenetismo de Cave story con alguna obra más... cómo decirlo... pausada. Como habréis supuesto, Braid fue mi elección.
Aviso a navegantes: el trailer es genial pero destripa todas las habilidades que poseemos durante el juego.
La historia no podría aparentar ser más simple: Tim trata de rescatar a la princesa, la cual ha sido secuestrada porque Tim cometió un error hace mucho tiempo. Y si recalco aparentar es porque Braid se guarda no un As en la manga, sino una escalera de color del 10 al As (máxima jugada posible en póker), la cual nos dejará boquiabiertos una vez comprendamos todo lo que nos muestra.
Pero dejemos el argumento para más adelante, pongamos primero nuestra atención en el apartado jugable. Braid nos propone un estilo de juego basado en la recolección de piezas de rompecabezas por unos bellísimos escenarios bidimensionales, siendo nuestra misión resolver cuantos puzzles se nos interpongan entre la ansiada pieza y nuestro personaje. Para ello, contaremos tanto con el dominio del tiempo(retroceder en cualquier momento al pasado para evitar nuestra muerte o ajustar más algún complicado salto) como de ciertas habilidades especiales que tendremos solo en algún escenario en concreto (ralentizar el tiempo, por ejemplo).
Los puzzles son bastante lógicos y se pueden resolver dándole al coco durante un par de minutos cada uno, pues siempre tienen soluciones intuitivas que nos harán decir "¿Cómo no se me ha ocurrido antes?" una vez los hayamos resuelto. Además, para amenizar esas "esperas pensantes" Braid nos deleita con una banda sonora muy relajante que se amolda perfectamente a los descalabros temporales que hagamos.
Eso sí, por mucho que sea mi canción favorita he de decir que se parece demasiado a cierta canción que ya existía antes de la publicación de este juego...
Desafortunadamente, aquí se acaban las virtudes jugables de Braid: poquísima variedad de enemigos, una facilidad pasmosa para resolver la mayoría de las fases y un modo individual que se puede completar en 3 o 4 horas por primera vez sin usar ninguna guía, siendo nulos los incentivos para rejugarlo... a menos que volvamos al tema del argumento. Recomendaría (no, recomendar no; ordeno) que aquellos que no se hayan pasado el juego todavía eviten leer los próximos párrafos, pues si las partes jugables son de 6,5-7, lo que respecta a la trama es fácilmente de 9 o más, pareciéndome un despropósito joderse a uno mismo lo mejor de este juego de una forma tan estúpida.
No seas tonto; en lugar de leer lo de abajo compra el juego que está baratito en Steam y deja que estos libros te vayan mostrando poco a poco su historia.
Si hay algo por lo que recordaré durante mucho tiempo a Braid no es por su sistema de juego, por su música ni tampoco por alguno de sus dos finales diferentes (recomiendo la lectura de esta entrada de Kaztyr y de esta de Antinolo para saber a qué me refiero). Es por algo más allá de todo eso. Es por la forma que tiene Braid de tratar la obsesión. Parafraseando al autor de la última entrada linkeada, "Braid convierte al jugador en el alter ego perfecto del protagonista del juego: en un personaje obsesionado para el cual el fin justifica los medios, incluso cuando el fin no está nada claro". Pocas veces me he sentido tan identificado con un personaje de un videojuego como cuando me di cuenta de que, con tal de obtener el final secreto, hice caso omiso de los ruegos del creador y me salté las reglas usando una guía para lograr algo que jamás habría conseguido por mí mismo (pues el creador lo ha hecho intencionadamente, dado que nadie en su sano juicio se quedaría estático durante dos horas en el mismo punto a ver si pasa algo; vamos, que todo esto no es una paja mental casual, es algo hecho a posta por el creador, obligándonos a hacer trampas si queremos verlo todo aún a sabiendas de que no deberíamos estar haciéndolo).
Dicho de otro modo: para mí, lo que realmente hace grande a Braid no es la historia de amor entre Tim y la princesa (¿era él un borracho? ¿fue un matrimonio demasiado precipitado?) ni las cábalas sobre la bomba atómica (la gente sin rostro, las banderas, las explosiones...) sino el hecho de que haya sido el primer videojuego que me ha convertido en el mismo protagonista del juego: alguien dispuesto a todo por un fin que probablemente ni él conoce.
NOTA FINAL: 9
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