viernes, 10 de julio de 2015

Gray Friday


Hoy he visto un erizo delante de mi casa. Era de noche, llovía, tenía un montón de ganas de entrar en casa y resguardarme de la lluvia y meterme en cama para dar carpetazo al día de hoy pero... lo vi.


Pequeño, desprotegido y adorable.

Tal y como estaba no le atropellaría si aceleraba, pero...

...pero me quedé donde estaba esperando a que decidiera qué hacer y le diera tiempo a esconderse. 

Cruzó y se resguardó entre mi portal y el de mi vecina.

Bajé del coche para abrir mi portal y aún seguía allí. Empapado, desorientado y sin saber hacia donde meterse para salvar su pellejo.

La verdad, el bicho era más tonto que pegarle a un padre. Es decir, ¿qué clase de animal sale varias veces de su escondite e intenta buscar otro escondite delante de su cazador? De haber intentado cogerlo habría podido hacerlo.

Habría podido cogerlo.



Hace... ¿5 años? Mi padre llegó un día a casa con una cajita de cartón bajo el brazo. Resulta que, al igual que hoy, se había encontrado un erizo delante de mi casa mientras llovía y, al verlo ahí tan solo, lo cogió y metió en nuestra casa. Nunca entendí muy bien sus motivos, pues de aquella todavía teníamos a nuestro perro y los dos gatos que todavía siguen con nosotros, pero la cuestión es que lo hizo y durante 3 meses se dedicó a alimentarlo diariamente y a desparasitarlo y tdoo. En mayor o menor medida todos pasamos algún tiempo con él, ya fuera simplemente mirándolo o sacándolo a la finca para que hiciera unos cuantos sprints antes de volver a guardarlo. 

Como ya dije, Ferrari (así acabó llamándose en nuestra casa) se largó a los 3 meses tal y como llegó. No, tranquilos, no es que se muriera ni nada, es solo que un día nos levantamos y se había escapado. No recuerdo si mi padre estuvo triste o no, pero tampoco es el punto de esta historia.

Nunca había entendido por qué mi padre lo había cogido, pero cuando lo vi bajo la lluvia esta noche me planteé muy seriamente hacer lo mismo.

"Está lleno de gérmenes y pulgas, es un animal salvaje después de todo" dijo la voz de mi madre en mi cabeza.

"No tienes donde meterlo y va a ser un Cristo" dijo otra que bien podría haber sido la mía.

"Es un animal salvaje que se sentirá encerrado y que intentará escapar por todos los medios cada vez que le sueltes por la finca, déjale en paz y que haga lo que quiera con su vida", habló la segunda voz otra vez.

Y lo hice. Le saqué un par de fotos, me aseguré de que el bicho se largaba a buen recaudo antes de mover el coche y aparqué en mi garaje.

Quizás siga sin entender por qué mi padre decidió meter aquella noche al erizo en nuestra casa, pero al menos ahora puedo entender por qué se planteó el meterlo (o por qué yo me plantearía meterlo).

Es pequeño, débil y está a la intemperie. Quizás no sea lo mejor para él, pero mi primer instinto al verlo no deja de ser ayudarle y acogerle.

Como digo, no es más que mi primer instinto y en mi caso la razón (y que la lluvia estaba parando) pudieron más que el instinto maternal, pero creo que es bonito que aún a día de hoy sea capaz de dedicar 5 minutos a ayudar a un bichejo que objetivamente ni me va ni me viene (o, al menos, plantearme el si ayudarle será una buena idea o no).

PD. ¿Os imagináis que ese erizo sea el mismo Ferrari y que no huyó justamente porque reconocía mi olor? Eso sí que sería genial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario