Tengo sentimientos encontrados con este libro. Por un lado, la trama es cojonuda, los personajes están muy bien definidos y consigue sorprender incluso con los estragos de la ESO y su puta manía de "Nada mejo para incentivar la lectura que contarles a los niños los finales de las obras maestras literarias". Por otro, leerse hoy en día El rey Lear es un ejercicio de paciencia y voluntad, pues su estilo está tan desfasado que más de uno echará la bilis antes de terminar el primer acto.
