Últimamente me pasa algo con los videojuegos que sin embargo no sucede ni con los libros ni las series, y es que ya no disfruto tanto como debería de ellos. Al principio no entendía los motivos, pues los juegos me seguían gustando y los veía como algo igual de divertido que siempre, pero en un brote de lucidez me ha venido la inspiración: la culpa es de los padres, que las visten como... no, espera, no. La culpa es de las prisas.