Spectre, o cómo demostrar que Skyfall podía ser aún peor

Después de la excepcional Casino Royale, la entretenida Quantum of Solace y la paupérrima Sky-no-puedo-creer-que-pague-por-esto-Fall, el señor Bond vuelve a la gran pantalla con una gran birria. ¿Te gusta James Bond? ¿Te gustan las de Daniel Craig? ¿Te gustan las películas en general? ¡Jojojojo! Vas a odiar Spectre.

No sé si lo sabéis, pero soy un gran detractor de Skyfall (aunque el premio es para Chato). Esa película no tiene ni pies ni cabeza, el nexo argumental es más débil que mis secretores de testosterona y el ritmo es más plano que el del canto gregoriano. ¿Querías un malo carismático? ¿Escenas de acción coherentes y bien rodadas? ¿Una película simplemente decente? Pues lo siento, pero Spectre no logra mejorar ninguna de las grandes taras de Skyfall; de hecho, van a peor. Por ejemplo, ¿os acordáis de la pobre consistencia que le dieron al antagonista de la anterior película? Pues esta vez es aún más minso, y no digo más sobre su trasfondo por los spoilers (pista: no existe).

Skyfall

No me gusta nada este cartel. Le hace a Craig una microcabeza en comparación con su cuerpo.

Lo admito: nunca fui un gran fan del agente doble cero. Sí, si un día echaban alguna de sus pelis por la TV y no había nada mejor que ver pues me ponía con ella, pero nada más. Me parecían pelis de acción malas, llenas de fantasmadas y hasta cierto punto predecibles (Bond llega, folla, dispara, le atrapan, escapa, dispara, gana y si tal folla de nuevo); vamos, carne de domingo por la tarde. Aún así, cuando un colega me dijo de ver la (por aquel entonces) recién estrenada Casino royale mi percepción sobre Bond cambió notablemente. Sí, seguía siendo un cúmulo de tiros, sexo y momentos con 007 siendo el mejor, pero esta vez tenía algo diferente: realismo. Adiós coches invisibles, bolis explosivos y relojes láser; hola yo también recibo de vez en cuando, tengo un problema de control de la ira y las cosas no siempre salen bien.