martes, 14 de agosto de 2012

El show de Truman



Uno de los temas que más veces han sido tratados a lo largo de la historia de la filosofía fue la existencia del mundo que nos rodea. ¿Existe de verdad o solo es una parte de nuestra mente? ¿Es así el mundo... o es como nosotros lo queremos ver? ¿Aquellos a los que amamos... están ahí de verdad o son solo sombras lo que conocemos de ellos? En 1998, el director de cine Peter Weir recogió ese tema y lo adaptó en la fantástica película que tenemos delante.

La historia es simple. Truman es un hombre que lleva desde el día de su nacimiento participando en un reality show basado en su vida. Toda la ciudad en la que vive es un inmenso decorado lleno de cámaras que retrasnmiten 24 horas su vida a todo el globo. ¿Los vecinos? Actores. ¿Los edificios? Vacios por dentro en su mayor parte. ¿El cielo? Una cúpula pintada.



Todos los que allí viven saben esto excepto una persona: Truman, cuyo día a día ha sido lo más visto de la televisión desde el momento de su estreno. Ya basta de interpretaciones. Ya basta de guiones. El show de Truman ofrece a sus espectadores lo que ningún Gran Hermano ha hecho: permitirles ver el día a día de la vida real de un hombre.

Sin embargo,  poco a poco Truman comenzará a sospechar que algo raro está sucediendo en su ciudad...

"Buenos días... y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches".

Creo que, fuera de los constantes pequeños detalles (anuncios, indirectas a Truman repartidas por los escenarios...) y de su espléndido guión (bueno, y de la gran cantida de reflexiones sobre nuestra propia vida que se pueden sacar tras su visionado), lo mejor de la cinta es poder ver a Jim Carrey alejado de sus tan trillados papeles de tondo del pueblo. Ya eran horas de que explotara otras facetas artísticas que el hacer chorradas para sacar la risa floja (Ace Ventura, Dos tontos muy tontos...).

La verdad, sé que ha quedado una crítica muy breve pero considero esta una de esas películas que debes ver con la menor cantidad de información posible sobre la misma para disfrutarla plenamente. Así pues, no me queda más que recomendarles encarecidamente que se acerquen a su videoclub más cercano (para los más jóvenes, esto eran unas cosas a donde íbamos los vejetes alquilar películas durante un día o dos y pagábamos una cuota; es parecido a lo que hacéis vosotros, que pagáis un ADSL y luego veis las pelis pero sin tener que descargarnoslas) y le pidan una copia de esta peli. No se arrepentirán.

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