No recuerdo cuantos años han pasado ya desde que jugué al primer Ace Attorney. Probablemente fue en 2010, pero si me obligasen a declarar sobre ello acabaría metido en un serio aprieto. Independientemente de la fecha, recuerdo a la perfección los hechos ocurridos ese día.
Era verano, o esa cosa con 12 grados al sol a la que llamamos como tal en Galicia. Ese día mis abuelas habían venido a comer, y mientras mataba el rato hasta que me llamaran a poner la mesa decidí probar otro de esos chorricientos juegos que había descargado para mi tarjeta pirata de la DS. No sé lo que me llevó a catar este en concreto, pero al poco de empezar ya había logrado captar mi atención. ¿Un juego conversacional donde soy un abogado que debe demostrar la inocencia de sus clientes? Cuenta conmigo. La partida no se alargó mucho porque somos de comer temprano, pero el regustillo fue lo suficientemente dulce para hacerme retomarlo después del postre. Para las 5 de la tarde mi cabeza había explotado con la premisa del caso 2, y desde ahí ya no había vuelta atrás: Phoenix Wright me había conquistado.
El segundo caso del primer Phoenix Wright todavía me parece uno de los mejores de toda la saga. Logra una implicación emocional con el jugador, está lleno de giros de guión inesperados, tiene un villano carismático… y es por fin cuando se nos presenta al fiscal Miles Edgeworth, el que desde entonces es y será uno de los personajes más interesantes de toda la serie. Si, el tercer caso bajaba un poquito el nivel, pero incluso ahí seguía lleno de grandes momentos a la vez que poco a poco Edgeworth comenzaba a sufrir una transformación…
[Insértese chiste sobre relación gay Phoenix x Edgey]
Y entonces llegó el cuarto caso.
Lo admito: en aquel momento necesité una guía para terminarme el tercer caso. De hecho, todos los juegos de esta saga me los he pasado con guía, pues los momentos de “Sé quién es el criminal pero no sé qué tengo que hacer para que el juego siga avanzando” se suceden durante toda la trilogía incluso cuando los estoy rejugando, pero no es algo que me importe. Phoenix Wright no va de ser más listo que los demás, sino en ver su historia y las interacciones de sus personajes. Así, lo que de otro modo podría haber sido una sucesión de Game Overs frustrantes se convirtió en una de las experiencias más satisfactorias de mi difunta Nintendo DS.
Y todavía me faltaba por ver el caso extra.
Dado que esta trilogía salió originalmente para la Game Boy Advance, con su relanzamiento en Nintendo DS añadieron un caso extra que añadía un montón de novedades jugables y un contenido ENORME. Y no, lo de poner enorme en mayúscula no lo hago por dar dramatismo sino porque realmente lo es; este caso extra es tan largo como la mitad del juego original. Tanto, que en esta última rejugada acabé queriendo pegarme un tiro. Sí, tiene a dos de mis personajes favoritos de la saga (Ema y Gant), pero son tantos los secundarios incordio con animaciones larguísimas y hay taaaaantas secciones de investigación…
La primera vez lo gocé, sí, pero de verdad que en esta rejugada casi abandono mi empeño de rejugármelos del tirón.
Sin embargo continué, y empecé el segundo con todo el optimismo que pude reunir. Lo recordaba un juego continuista al extremo, y si bien es cierto que tira muchísimo del fanservice (qué diablos, toda esta saga consiste precisamente en el fanservice) mentiría si dijese que no es un digno sucesor. Sí, los gráficos son (casi) iguales, pero nada más iniciarlo se nota que algo ha cambiado, y no me refiero solo a la música (para mejor, por supuesto). Las a menudo tediosas fases de investigación se han visto reducidas, y lo que antes eran maratones seleccionando objetos aleatorios por el escenario ahora son interrogatorios a los testigos fuera de los juicios, haciendo aún mayor incapié en lo más interesante de esta saga: sacar la verdad a la luz mediante las contradicciones y las pruebas. Sí, todavía hay momentos horribles donde puedes no saber a dónde ir como al final del caso 3 o testimonios donde no esté claro qué prueba utilizar, pero la mejora respecto al uno es clara. Y lo admito una vez más, el juego es continuista hasta el punto de que los casos 2 y 3 tienen demasiados paralelismos con los del primer juego para ser una simple casualidad, pero tanto la (brillante) nueva fiscal como el cuarto caso son razones del suficiente peso para que sea un imprescindible para todo fan de las visual novels.
Esta mujer GOZA jodiéndonos vivos en los juicios. Ah, y le van los látigos, lo cual siempre suma puntos.
Porque en serio, el cuarto caso es BRUTAL. Quizás no sea el más divertido en términos humorísticos, pero sí es el que más profundiza en la psique de nuestro querido protagonista y el único que trata de dar respuesta a la pregunta “¿en qué consiste realmente ser un abogado?”. Y qué diablos, fanservice. Muchísimo.
Y aquí estoy ahora, echando la vista atrás mientras me preparo para empezar mañana la tercera entrega. Sé que voy a gozar con su primer caso porque, como siempre, fanservice. Sé que el segundo va a ser un HORROR porque es objetivamente el peor caso de toda la trilogía en esta y en cualquier otra dimensión alternativa donde ha salido a la venta este juego; sé, aún así, que lo jugaré de cabo a rabo, porque GODOT, el mejor fiscal de toda la puta historia.
Sé que el tercer caso será un caso de transición pero da igual, conseguirá sacarme (como siempre en esta saga) entre 100 y 200 sonrisas, porque si algo caracteriza a los Phoenix Wright es en dejarte esa sensación agradable en el cuerpo que solo aquellos títulos hechos con amor y con buen humor son capaces de transmitir; sé que el cuarto caso me dará una hostia mental como ya hizo en su momento; y sé que, una vez termine la trilogía en su quinto caso, mi corazoncito de hater sufrirá un miniinfarto por la dosis de emoción que acabará de sentir. Y no me importa. Porque amo esta saga y ya iban siendo horas de decirlo en público.
Cásate conmigo joder, no es normal que seas tan sexy.
Sé que el tercer caso será un caso de transición pero da igual, conseguirá sacarme (como siempre en esta saga) entre 100 y 200 sonrisas, porque si algo caracteriza a los Phoenix Wright es en dejarte esa sensación agradable en el cuerpo que solo aquellos títulos hechos con amor y con buen humor son capaces de transmitir; sé que el cuarto caso me dará una hostia mental como ya hizo en su momento; y sé que, una vez termine la trilogía en su quinto caso, mi corazoncito de hater sufrirá un miniinfarto por la dosis de emoción que acabará de sentir. Y no me importa. Porque amo esta saga y ya iban siendo horas de decirlo en público.
Phoenix Wright tiene errores, sí, pero es una de las mejores sagas que jamás he tenido el placer de disfrutar. Os voy a ser sincero: me duele no haber apoyado esta serie en su momento. No voy a comprarme ahora los originales de DS porque a estas alturas de poco serviría, pero si pudiera volver atrás en el tiempo me habría hecho con estos tres y los guardaría como un tesoro en mis estanterías. El maltrato que ha sufrido esta saga en los últimos años es toda una desgracia (y con esto no me refiero al tercer caso del Apollo Justice... eso es una historia para otro día), pero no es momento de afligirse. Sí, quizás no esté en el auge de su popularidad, pero si tenéis una Nintendo DS (o una Wii (o un iPhone (o un Android capaz de emular la DS (o sabéis japonés y tenéis una GBA… (joder, ¿en cuantas plataformas han salido estos juegos?))))) deberíais darle una oportunidad. Son juegos de leer donde la jugabilidad se resume a seleccionar un objeto con el que desbloquear la siguiente secuencia, pero el placer de fallar a posta una prueba para ver cómo reacciona el tribunal, enseñarle a todo el mundo mi distintivo de letrado para que opinen sobre él o simplemente mirar la oficina de Phoenix capítulo a capítulo y ver cómo las descripciones cambian y nos van contando una historia…
Eso no tiene precio.
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