Me encanta obsesionarme, en serio. Es decir, no hablo de una obsesión tipo temor ni nada de eso, sino de algo más simple, como el necesitar alcanzar un cierto objetivo por más largo, pesado, repetitivo y absurdo que sea el camino. A ver, no está tan mal, sobretodo porque esto permite bromear de vez en cuando en la chupi-pandi que tenemos montada por Facebook, yo incluido. Ah, esos clásicos "¡Jajajaja, ese logro es absurdo! Bueno, me voy tres horitas a farmear colas de rata.", qué entrañables momentos... Según Mr. Psicólogo tengo un OCD (Obsessive-compulsive disorder) de manual, con cosas como comprobar entere cinco y diez veces la alarma del despertador cada noche o impulsos primarios que me obligan a poner las orejas de los perros en posición correcta. En fin, a lo que iba...
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