domingo, 7 de diciembre de 2014

La chica a la orilla del mar


No tenía ganas ningunas de leerme este manga. Es más, desde el momento en que terminé Nijigahara Holograph no he sentido el menor impulso por leer otra obra de Inio Asano, autor también del magnífico Oyasumi Punpun y de la recién reeditada por Norma Solanin. Cuando puse en marcha el ASANOviembre contaba con que a lo largo del mes me vendrían, pero pese a la participación popular en la iniciativa las ganas no volvieron. Así, cuando esta tarde recordé que solo quedaban 5 días para el final del plazo me dije "Sudit, no puede ser que en tu propia iniciativa seas el único que no participe", así que me puse manos a la obra y Torrent mediante me hice con los dos tomitos que componen este seinen.

No voy a decir que estoy deprimido porque sería una mentira como una casa; para bien o para mal, he rozado ese estado anímico en el pasado y lo que siento ahora dista muchísimo de esa sensación. Ahora bien, tampoco puedo decir que La chica a la orilla del mar me ha dejado indiferente porque la verdad es que sí me ha afectado, y además lo ha hecho para mal. Ante todo, este manga me parece bastante normalucho y me ha supuesto una pequeña decepción (de hecho, casi me sabe mal la gente que haya decidido participar en el ASANOviembre con ella y que diera una mala impresión del autor, pues está miles de kilómetros por detrás de la calidad de Oyasumi Punpun), pero aún así ha logrado hacer mella en mi ser.

Eso sí, más por su mensaje que por su guión.

Aunque en Punpun Inio ya daba algunas pinceladas, es en este manga donde realmente explota el concepto de las relaciones tóxicas, esas amistades o parejas que mantenemos por algún sentimiento estúpido pero que lo único que logran es dañarnos, acabando incluso siendo adictos de esos individuos. Aunque muchas veces he dejado ver retazos de mi vida privada en el blog, hay un campo en el que casi no he profundizado y es el de mis relaciones amorosas. No es porque sea un otaku virgen que no sale de casa ni nada por el estilo, sino porque simplemente lo veo como algo muy personal de lo cual no me gusta hablar. Sin embargo, para que entendáis mi punto he de confesar una cosa: yo he estado en una de esas relaciones. Es más, por momentos incluso me he visto reflejado en una relación que mantengo hoy en día, y eso me ha dolido como un maldito puñal.


La chica a la orilla del mar puede parecer un cómic simple en el cual dos adolescentes están tan pasados de todo que deciden empezar a tener sexo para "vengarse" de todo el mundo y en especial de sí mismos, y en cierto modo es justamente eso. El dibujo, como viene siendo habitual en este autor, está por encima de la media, pero en lo que respecta al guión no encontraremos nada del otro mundo. Asano lo que busca con esta obra es transmitirnos un mensaje sobre esta clase de relaciones, y depende enteramente de que el lector conecte con alguno de los personajes para que su manga llegue a buen puerto; tristemente, si por cualquier motivo no se da esa conexión la obra pierde completamente su valor, a lo cual no ayuda precisamente que en el primer tomo la trama se concentre en los compases finales, dejando casi todo el desarrollo de personajes para el segundo.

En fin, que me enrollo. La chica a la orilla del mar no es un mal manga, pero tampoco uno que os recomendaría comprar a ciegas. Va de lo que ya he dicho, dos adolescentes que parece que disfrutan haciéndose daño mutuamente y que convierten en sexo toda la frustración que les producen sus anodinas vidas. ¿Que te llama ese mismo concepto y quieres darle una oportunidad? Muy bien, pero asegúrate de leer ambos tomos para ver toda la historia. ¿Que quieres conocer al autor pero te da igual sobre qué pivote la trama? Pasa de La chica y ve directo a Oyasumi Punpun, que aunque es 11 tomos más largo la diferencia de calidad es fastuosa y trata muchos más temas que este.

¿Qué? Ah, sí, el sexo. Tranquilos, que por muchas páginas de sexo explícito que salen os aseguro que esto dista muchísimo del fanservice. Es más, dudo mucho que alguien se sienta excitado con esto, pues resulta tan frío e impersonal que duele. Y por cierto, olvidad que se trata de menores de edad haciendo de todo con sus cuerpos, a ver si ahora va a resultar que todos hemos llegado vírgenes al matrimonio.

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