Hoy en día,
uno de los debates que más tiempo copa los televisores estadounidenses es el referente
al libre uso de las armas de fuego. En esta ocasión, el encargado de devolver a
la palestra la disputa sobre la posesión de estos artefactos fue la tragedia ocurrida en una escuela de educación primaria de Newtown, Connecticut. A
finales de diciembre, un hombre de veinte años entró en el mentado colegio
fuertemente armado y asesinó a más de 20 personas, la mayoría niños.
Esto, por
increíble que parezca, no es la primera vez que sucede en Estados Unidos. Tal y
como vimos en el aula, se trata de una tragedia cíclica, la cual tiende a
repetirse cada poco tiempo en el país más influyente del mundo. Así, ahora
mismo existen dos posturas en relación a la libertad de los estadounidenses a
portar un arma a lo largo de su país: una a favor y otra en contra.
Charlton Heston en un discurso de la RNA
Entre los que
apoyan el uso de armas por parte de los civiles, uno de los argumentos que más
fácilmente oímos es el referente a la protección. “Quiero proteger a mi familia”, “Quiero estar preparado en caso de
que lo necesite”, “No quiero depender
de la policía en caso de problemas”; en definitiva, “Quiero sentirme seguro”. Un gran sector poblacional considera las
armas una herramienta, la cual podrían usar con fines disuasorios (“Estoy armado, aléjate de mi”) o con
otros más “directos” (disparar a una amenaza para preservar su integridad
física). Asimismo, aseguran que el problema de las matanzas no son las armas
sino las personas, afirmando que las éstas no matan, recayendo la
responsabilidad de estos actos en las personas que las empuñan.
En relación
con esto último, conviene destacar el detalle de que muchas veces, al ser
interrogados del por qué creen que hay tanta violencia por armas de fuego en su
país, responden con un contundente “Nuestra
historia está bañada en sangre” o con “Tenemos
una gran mezcla étnica”. Un buen
ejemplo de este punto de vista sería el del difunto actor y durante años presidente
de la RNA (Rifle National Asociation) Charlton Heston. Otro argumento muy a
tener en cuenta es el no dejar en manos de un sólo sector de la sociedad el
poder disuasorio de la fuerza. Mucha gente vive con temor a un levantamiento
del ejército, creyendo que si mantuvieran sus armas podrían evitar que algo así
sucediera en su país... o por lo menos evitar que los militares tuvieran un
control absoluto de sus vidas mediante el uso de la fuerza.
Por otra parte,
los que se oponen a las armas tienen una visión muy distinta de la situación.
Para ellos, las armas son herramientas, sí, pero herramientas cuyo fin es la
muerte. No son un martillo, que también puede usarse para matar pero cuya
función primaria es otra; las armas tienen como primer objetivo herir o matar a
otros seres vivos, por lo que consideran que eliminando su libre circulación de
las calles USA sería un país mucho más seguro, pues hoy en día uno puede
comprar un arma en cualquier lugar (e incluso te la pueden regalar al abrir una
cuenta bancaria). Declaraciones como las del alcalde de Miami, Tomás Regalado,
apoyarían este enfoque (“[los niños] las tocan, las disparan y matan a otros
niños. Ya hemos visto ejemplos de esos”).
Si ya de por
sí es complicado que dos bandos con opiniones tan contrapuestas llegaran a
algún tipo de acuerdo, algo que lo dificulta aún más es la tantas veces mentada
Segunda Enmienda, causante de que muchos americanos consideren la posesión de
armas como un derecho inalienable.
Como ya dije
antes, esta es una tragedia cíclica, lo cual ha provocado el nacimiento de
documentales o películas a favor del desarme. Una de las más conocidas sería la
galardonada con un Oscar Bowling for Columbine, de Michael Moore. Este “documental” (explicaré ahora lo de las
comillas) es muy entretenido y hasta cierto punto didáctico, de eso no hay
duda, pero está tremendamente parcializado, no dudando en emplear grandes dosis
de demagogia y manipulaciones de la información para transmitir a los espectadores
justo lo que quiere. No seré yo quien juzgue hasta qué punto es lícito o no
hacer esto, mas cosas como montar secuencias falsas para incriminar a Heston no
es precisamente digno de un documental con todas las de la ley.
Aún así, esta
película nos permite realizar un análisis de los argumentos y razonamientos
empleados por ambos bandos, lo cual será un buen comienzo de cara entender la
influencia de la cultura sobre el pensamiento y las técnicas argumentativas de
los seres humanos. Para que sea más sencillo seguir el hilo de este trabajo,
analizaré los argumentos en el mismo orden que en la película. Así, en caso de
querer comprobar algún dato extraído del documental, será mucho más sencillo
ubicarse.
Teniendo esto
último en mente, el primer momento que querría destacar está relacionado con la
doble moral respecto a las armas, la cual podemos observar con facilidad
mediante un revisionado de la entrevista al gerente de la fábrica de armas
Loockheed Martin. Los que están a favor de su uso consideran, como ya dije
antes, que el problema radica en la persona que la usa y en la víctima. Por un
lado, las armas las fabrican para defenderse “del enemigo”, es decir, aquellas personas que por uno u otros
motivos (personales, físicos o ideológicos) pueden suponer un riesgo o amenaza
para su supervivencia o el mantenimiento de su estilo de vida. Dicho de otro
modo: el que usa armas en contra “el
enemigo” nos está defendiendo a todos, siendo las armas algo imprescindible
para ello.
Por otra
parte, cuando esas mismas armas se usan de cara a “miembros del grupo” (véase niños o ciudadanos estadounidenses) la
culpa recaerá en el sujeto o en terceras personas que le incitaron a ello, no
en la posibilidad de tener armas. El agresor debería haber ido a un centro de
control de la ira o pedir ayuda antes. Además, en el caso de que se le capture
con vida las consecuencias de sus actos deben ser castigadas con la máxima
dureza disponible.
Algo parecido
podemos ver en lo que respecta a su posesión durante la entrevista a James
Nichols. En los momentos finales de su conversación, el diálogo se centra en el
derecho de los americanos a tener armas. James afirma que si él deseara tener
un arma debería tener todo el derecho, ya fuera un rifle una escopeta o una
bomba nuclear. Dicho de otro modo: el debería poder tener lo que quisiera, pues
es un ciudadano libre. Por otra parte, dice que debería regularse el uso de
objetos como el plutonio por ser un riesgo para el resto de la población.
En ambos
ejemplos encontramos una doble visión de la realidad, la cual se parece mucho
al error fundamental de atribución (nuestros errores por variables externas y
los ajenos por internas, en este caso nosotros tenemos conciencia para hacer
las cosas bien pero los demás se dejan arrastrar por el medio y deben ser
controlados). Por un lado, los ciudadanos no dudan en defender su “libertad”
para tener aquello que deseen por los motivos que consideren correctos, mas son
los primeros en poner restricciones al uso de ciertos objetos cuando temen que
puedan ser los perjudicados por parte de terceras personas o “potenciales enemigos”. Esto de los
enemigos en la sombra es un tema al que volveremos en próximos párrafos.
Justo después
del vídeo de la fábrica de armas, Moore introduce un corte con las acciones de
Estados Unidos en los últimos conflictos bélicos del mundo y añade a
continuación grabaciones de la matanza de Columbine. Al acabar este, comienza a
reproducir un el discurso de Charlton Heston en una reunión de la RNA. No
juzgaré la actitud del señor Heston a la hora de dar el discurso ni el contenido
del mismo, mas sí me veo obligado a destapar los tejemanejes de Moore a la hora
de colocar esta conferencia en el documental.
Lo primero que
debemos destacar es la percepción distorsionada de la realidad que transmite
Moore en su película respecto a lo acaecido entre la RNA y la matanza de
Columbine. Inicialmente Moore afirma "solo
10 días después de los asesinatos en el instituto Columbine, a pesar de los
ruegos de la comunidad, Charlton Heston acudió a Denver para celebrar un gran
encuentro de la RNA en favor de las armas". Lo que el documental
transmite con esto es que Heston visitó Littletown para provocar, pero en
realidad ese evento es una reunión anual que ya estaba fijada desde antes de la
matanza. Asimismo, a causa de esta última, la RNA canceló todos los eventos de
ocio (cenas, competiciones deportivas...) que estaban planeados, dejando solo
la reunión que debe celebrar anualmente por ley. Como cualquier persona
comprenderá, es tremendamente difícil cambiar la ubicación de una reunión de
cuatro millones de miembros a tan solo 10 días de su inicio.
Además, no
terminan aquí las manipulaciones de la grabación. Moore coloca una escena de
Heston gritando "Solo tengo cinco
palabras para usted: de mis frías y muertas manos" en referencia a su
rifle justo en este momento, lo cual da a entender que es una frase dirigida al
alcalde de Denver (una escena antes el alcalde pedía que la RNA no se reuniera
ese año en Denver) cuando en realidad pertenece a una convención sucedida un
año después en Charlotte, Carolina del Norte, respondiendo así a la campaña
demócrata contra la NRA de Al Gore.
Movimientos
parecidos podemos encontrar en los siguientes minutos, pues hasta siete veces
Moore modificará el discurso de Heston, colocando frases fuera de contexto para
influenciar con ello la percepción de espectadores poco informados. Por
ejemplo, la auténtica respuesta de
Heston al alcalde de Denver fue “yo acudí
voluntario a la guerra a la que se me pedía que fuera con 18 años. Desde
entonces he realizado pequeños encargos para mi país, desde Nigeria a Vietnam.
Sé que muchos de vosotros podéis decir lo mismo". Asimismo, todo lo que dice Heston en esa
conferencia está manipulado del mismo modo, recolocando las frases y transmitiendo
con ello una información claramente partidista e intencionada al espectador.
El siguiente
punto a analizar es la búsqueda de culpables. Como comenté un par de párrafos
atrás, es típico de la mentalidad estadounidense el buscar chivos expiatorios ante
estas situaciones, pues para una gran parte de la misma la disonancia cognitiva
causada por la conjunción del libre uso de
armas y elevado número de crímenes donde están implicadas resulta
realmente doloroso. Así, tanto en la época del documental como hoy en día
podemos ver que existen ciertos blancos perfectos para cargar con las culpas:
el rock, los videojuegos, las películas violentas, el heavy metal, las drogas,
las armas de juguete, Satán... es probable que algunos de estos objetivos sí
hayan tenido alguna influencia en estas matanzas, pero el hecho de que esos
mismos productos existan en el resto del mundo y que solo en Estados Unidos se
den esta clase de “accidentes” (o por
lo menos con tal frecuencia y notoriedad) nos invita a pensar que tal vez no
sea cosa exclusiva de estos objetos la aparición o no de crímenes con armas.
Marylin Manson, estrella y chivo expiatorio por excelencia.
Tal y como se
ve en el vídeo, cuando se dio el ataque al instituto Columbine el culpable fue
elegido a partir de los gustos de los chicos: Marilyn Manson. No se fijaron en
los bolos, las películas u otras cosas que tenían una alta presencia en la vida
de los jóvenes, sino que escogieron algo que se alejaba del grueso de la
sociedad pero con suficiente notoriedad para ser blanco de sus injurias. Esto
mismo podemos seguir viéndolo en nuestro día a día, llegando en muchas
ocasiones a absurdos como cuando se culpó de una de las últimas matanzas en un colegio al videojuego Dynasty warriors. Dicho así suena peligroso (una
traducción literal sería “Dinastía de
guerreros”), por lo que es fácil que la gente que no esté interesada en los
videojuegos realmente lo encuentre culpable, pero en cuanto se les informa que
consiste en un juego ambientado en la China feudal la teoría de
que puede impulsar a un adulto mentalmente sano a coger un rifle de asalto y
asesinar a más de 20 niños se cae a pedazos.
Aún así, tanto
entonces como ahora un gran número de personas no dudan en criminalizar a este
cúmulo de aficiones simplemente por asociación de ideas (“¿Todo el mundo que escucha a Manson comete crímenes? ¡No! Pero algunos
sí”) sin darse cuenta de que se podría aplicar a todo lo existente. “¿Todo el mundo que lee cómics comete
crímenes? ¡No! Pero algunos sí” “¿Todo
el mundo que mira el programa de Oprah comete crímenes? ¡No! Pero algunos sí”
“¿Todo el mundo que es moreno comete
crímenes? ¡No! Pero algunos sí”. Y
podría aplicarse también a los niveles de pobreza, películas, rupturas
familiares, historia sangrienta y demás culpables mentados por muchos grupos pro
armas pero que, como dice Moore en el documental, no muestran en USA los
máximos mundiales pero sí uno de los mayores índices de violencia con armas de
fuego.
Eso sí, una
vez más Moore juega con los datos para transmitir al espectador justo lo que el
desea que la otra persona entienda. Para empezar, el director presenta cifras
absolutas de muertes en diferentes países sin especificar en ningún momento año
o fuente, obviando en el proceso la población total de cada lugar y evitando el
uso de ratios. La cifra mostrada en la película (11.127) fue extraída del
informe del Centro para el Control de Enfermedades del año 1999, cantidad que
incluye suicidios, accidentes, defensa propia y acción de la policía contra
criminales. A su vez, otras fuentes como el FBI sitúan la cifra de muertos por
arma de fuego en 8500. Por otra parte, si consultamos otras fuentes referentes
a países como Alemania, veremos que el equivalente alemán de la CIA sitúa el
número de muertos por arma en 1500, más de cinco veces la cantidad declarada
por Moore en su film.
Aún así, de
nada nos valen estos datos si no tenemos en cuenta la cantidad de personas que
murieron ese mismo año en cada país; por ejemplo si en Alemania ese año
murieron 1.700 personas y en USA 30.000.000 estaría claro que el problema de
las armas no sería tan exclusivo como quiere hacernos creer Moore. En cambio,
consultando diferentes webs podemos observar que, porcentualmente hablando,
solo el 0,4% de las muertes anuales en Estados Unidos se producen por armas de
fuego. Es cierto que es considerablemente mayor que el 0,17% alemán y que es
comprensible el interés de Moore por querer reducir este porcentaje al 0%, pero
no estamos aquí para juzgar sino para analizar los pensamientos y argumentos de
ambos bandos, y como hemos podido
comprobar en no pocas ocasiones, Michael tiende a conducir su película a un
mensaje muy claro. Algo similar vemos cuando compara la población de USA y
Canadá, donde dice “El 13% del país no es
blanco”, lo cual es cierto, pero si comparamos este porcentaje con el de
USA veremos que en Estados Unidos solo hay un 21% más de gente de color que en
Canadá.
El siguiente
caso de manipulación de la información lo encontramos en los compases finales
del corto animado con la historia de Estados Unidos deja entrever (mediante el
diálogo y la imagen en que los del KKK se quitan las capuchas y se unen a la
NRA) que ambos grupos están relacionados, dato muy manipulado pues, de entrada,
la RNA la fundaron antiguos oficiales de la Unión (vencedores en la guerra
civil, antiesclavistas) y la KKK confederados (perdedores de la guerra civil y
esclavisas). Además, durante años posteriores la RNA facilitó armamento a
grupos de negros para poder defenderse de los ataques del KKK
Es entonces
cuando Moore introduce su teoría a cerca de la problemática estadounidense: “La cultura del miedo”. Básicamente,
según esta teoría la población estadounidense es bombardeada día tras día con
información sobre crímenes y altercados desde los medios de comunicación,
intentando así mantener un estado de alerta generalizado que les incite a un
consumismo agresivo (“tengo miedo de lo
que me pueda pasar así que compraré víveres y tomaré medidas de contingencia
como alarmas o armas”), consiguiendo también así redirigir la atención del
pueblo de asuntos que al gobierno no le interesa que mediten (política
exterior, corrupción del estado...). Para dotar su teoría de mayor
consistencia, Moore visita a varios expertos y compara la programación
estadounidense con la canadiense, aportando a su vez datos como que aunque haya
bajado la criminalidad un 20% su cobertura mediática aumentó un 60%. Una vez
terminada su exposición, Moore finaliza el vídeo con las protestas en KMart y
una entrevista al (por aquel entonces) presidente de la NRA Charlton Heston.
Un último
detalle antes de terminar de comentar el documental visionado en clase: si uno observa
el reloj de pared durante la entrevista con Heston, podrá comprobar que en
lugar de los cinco minutos que nos muestra Moore la conversación duró aproximadamente
23 minutos. ¿Dónde está el resto del diálogo y por qué no hace ninguna
referencia a este hecho en todo el vídeo? Moore invita al espectador a pensar
que Heston es incapaz de responder a los 5 minutos de su inicio cuando, por un
lado, la entrevista duró cuatro veces más y, por el otro, al existir cortes no
podemos asegurar que la entrevista fuera tal y como se nos presenta (ya hemos
visto anteriormente el talento de Moore para disimular lo que no le interesa durante las anteriores
apariciones del ex actor).
Como hemos
podido observar, Bowling for Columbine es una durísima crítica al sistema del
terror empleado por las cadenas de comunicación de USA, aunque esto no sea
reciente. Si observamos la historia de USA, podremos ver cómo todas las
generaciones han crecido temiendo a un enemigo que creían amenazaba su
supervivencia (indios, ingleses, guerra civil, alemanes, negros, vietnamitas,
árabes...), aunque esto no quita el hecho de que hoy en día este efecto se ha
visto incrementado dada la selección y manipulación de la información,
mostrando a los ciudadanos que cualquier persona puede ser un enemigo letal.
Aún así, a lo
largo del film el director peca una y otra vez de los mismos errores que la
gente a la que alude. No solo lo digo por los argumentos basados en
suposiciones o en las flagrantes manipulaciones de información, sino por el
hecho de que Moore, en su intento de mostrar el “estado de miedo” imperante en USA, emplea el mismo sistema,
mostrando a un colectivo de estadounidenses (los que están a favor de las
armas) como individuos tremendamente peligrosos, los cuales dormirían con
rifles debajo del colchón.
Repito foto por que ya no sé qué más poner.
Todo esto,
aunque en nuestra cultura también se da, sucede a una escala mucho más
reducida, lo cual permite a mucha gente discernir las enormes diferencias entre
el pensamiento de personas filogenéticamente similares pero radicalmente
opuestas con el cambio en cultural como principal divergencia. Así, aunque para
nosotros pueda parecer absurdo mantener la legalidad de las armas cuando
anualmente mueren más de 11.000 personas por su uso, en la cultura
estadounidense el miedo al enemigo (ya sea este real o ficticio) es tal que el
derecho a protegerse de ellos es la única justificación que necesitan para
permitir una sociedad armada, incluso llegando a extremos de intercambiar
libertad por seguridad (renunciar a
parte de su libertad a cambio de controles exhaustivos que permitan identificar
a ese hipotético enemigo, llegando incluso a barajar el llamado “derecho penal del enemigo”, más centrado
en mantener la seguridad ciudadana que del mantenimiento de la ley). Además, la
desconfianza del ciudadano medio en las instituciones policiales invita en
muchas ocasiones a que se de una asunción personal de la seguridad (los
individuos asumen personalmente el mantenimiento de su seguridad en detrimento
de la obligación estatal).
Asimismo, si
adoptásemos por un momento su punto de vista nos sería relativamente sencillo
sorprendernos ante la mayoría de la Unión Europea, pues la mayoría de sus
miembros prohíben la posesión de armas por parte de civiles. Con toda
probabilidad, nos catalogaríamos de “despreocupados”,
“inconscientes” o de algún otro
sinónimo que denotase nuestra falta de temor o preparación ante un ataque por
parte del enemigo, ya se trate de una amenaza real (las recientes amenazas de
Corea del Norte a los países capitalistas) o de algo más etéreo (la posibilidad
de que un desconocido entre en nuestro hogar con intenciones poco amistosas).
Aunque pueda parecer banal, este ejercicio de ponerse en el lugar del otro es,
además de un gran aliado en nuestra vida diaria, algo imprescindibles si
queremos ejercer de manera eficiente como psicólogos algún día, pues de poco o
nada nos valdría terminar la universidad si somos incapaces de aceptar el hecho
de que aquello que nosotros consideramos obvio o inalienable en otros lugares
puede ser totalmente prescindible o incluso altamente reprochable.
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