lunes, 22 de abril de 2013

Las mentiras de Bowling for Columbine


Hoy en día, uno de los debates que más tiempo copa los televisores estadounidenses es el referente al libre uso de las armas de fuego. En esta ocasión, el encargado de devolver a la palestra la disputa sobre la posesión de estos artefactos fue la tragedia ocurrida en una escuela de educación primaria de Newtown, Connecticut. A finales de diciembre, un hombre de veinte años entró en el mentado colegio fuertemente armado y asesinó a más de 20 personas, la mayoría niños.


Esto, por increíble que parezca, no es la primera vez que sucede en Estados Unidos. Tal y como vimos en el aula, se trata de una tragedia cíclica, la cual tiende a repetirse cada poco tiempo en el país más influyente del mundo. Así, ahora mismo existen dos posturas en relación a la libertad de los estadounidenses a portar un arma a lo largo de su país: una a favor y otra en contra.

Charlton Heston en un discurso de la RNA

Entre los que apoyan el uso de armas por parte de los civiles, uno de los argumentos que más fácilmente oímos es el referente a la protección. “Quiero proteger a mi familia”, Quiero estar preparado en caso de que lo necesite”, “No quiero depender de la policía en caso de problemas”; en definitiva, “Quiero sentirme seguro”. Un gran sector poblacional considera las armas una herramienta, la cual podrían usar con fines disuasorios (“Estoy armado, aléjate de mi”) o con otros más “directos” (disparar a una amenaza para preservar su integridad física). Asimismo, aseguran que el problema de las matanzas no son las armas sino las personas, afirmando que las éstas no matan, recayendo la responsabilidad de estos actos en las personas que las empuñan.

En relación con esto último, conviene destacar el detalle de que muchas veces, al ser interrogados del por qué creen que hay tanta violencia por armas de fuego en su país, responden con un contundente “Nuestra historia está bañada en sangre” o con “Tenemos una gran mezcla étnica”.  Un buen ejemplo de este punto de vista sería el del difunto actor y durante años presidente de la RNA (Rifle National Asociation) Charlton Heston. Otro argumento muy a tener en cuenta es el no dejar en manos de un sólo sector de la sociedad el poder disuasorio de la fuerza. Mucha gente vive con temor a un levantamiento del ejército, creyendo que si mantuvieran sus armas podrían evitar que algo así sucediera en su país... o por lo menos evitar que los militares tuvieran un control absoluto de sus vidas mediante el uso de la fuerza.

Por otra parte, los que se oponen a las armas tienen una visión muy distinta de la situación. Para ellos, las armas son herramientas, sí, pero herramientas cuyo fin es la muerte. No son un martillo, que también puede usarse para matar pero cuya función primaria es otra; las armas tienen como primer objetivo herir o matar a otros seres vivos, por lo que consideran que eliminando su libre circulación de las calles USA sería un país mucho más seguro, pues hoy en día uno puede comprar un arma en cualquier lugar (e incluso te la pueden regalar al abrir una cuenta bancaria). Declaraciones como las del alcalde de Miami, Tomás Regalado, apoyarían este enfoque (“[los niños] las tocan, las disparan y matan a otros niños. Ya hemos visto ejemplos de esos”).


Si ya de por sí es complicado que dos bandos con opiniones tan contrapuestas llegaran a algún tipo de acuerdo, algo que lo dificulta aún más es la tantas veces mentada Segunda Enmienda, causante de que muchos americanos consideren la posesión de armas como un derecho inalienable.

Como ya dije antes, esta es una tragedia cíclica, lo cual ha provocado el nacimiento de documentales o películas a favor del desarme. Una de las más conocidas sería la galardonada con un Oscar Bowling for Columbine, de Michael Moore. Este “documental” (explicaré ahora lo de las comillas) es muy entretenido y hasta cierto punto didáctico, de eso no hay duda, pero está tremendamente parcializado, no dudando en emplear grandes dosis de demagogia y manipulaciones de la información para transmitir a los espectadores justo lo que quiere. No seré yo quien juzgue hasta qué punto es lícito o no hacer esto, mas cosas como montar secuencias falsas para incriminar a Heston no es precisamente digno de un documental con todas las de la ley.

Aún así, esta película nos permite realizar un análisis de los argumentos y razonamientos empleados por ambos bandos, lo cual será un buen comienzo de cara entender la influencia de la cultura sobre el pensamiento y las técnicas argumentativas de los seres humanos. Para que sea más sencillo seguir el hilo de este trabajo, analizaré los argumentos en el mismo orden que en la película. Así, en caso de querer comprobar algún dato extraído del documental, será mucho más sencillo ubicarse.


Teniendo esto último en mente, el primer momento que querría destacar está relacionado con la doble moral respecto a las armas, la cual podemos observar con facilidad mediante un revisionado de la entrevista al gerente de la fábrica de armas Loockheed Martin. Los que están a favor de su uso consideran, como ya dije antes, que el problema radica en la persona que la usa y en la víctima. Por un lado, las armas las fabrican para defenderse “del enemigo”, es decir, aquellas personas que por uno u otros motivos (personales, físicos o ideológicos) pueden suponer un riesgo o amenaza para su supervivencia o el mantenimiento de su estilo de vida. Dicho de otro modo: el que usa armas en contra “el enemigo” nos está defendiendo a todos, siendo las armas algo imprescindible para ello.

Por otra parte, cuando esas mismas armas se usan de cara a “miembros del grupo” (véase niños o ciudadanos estadounidenses) la culpa recaerá en el sujeto o en terceras personas que le incitaron a ello, no en la posibilidad de tener armas. El agresor debería haber ido a un centro de control de la ira o pedir ayuda antes. Además, en el caso de que se le capture con vida las consecuencias de sus actos deben ser castigadas con la máxima dureza disponible.

Algo parecido podemos ver en lo que respecta a su posesión durante la entrevista a James Nichols. En los momentos finales de su conversación, el diálogo se centra en el derecho de los americanos a tener armas. James afirma que si él deseara tener un arma debería tener todo el derecho, ya fuera un rifle una escopeta o una bomba nuclear. Dicho de otro modo: el debería poder tener lo que quisiera, pues es un ciudadano libre. Por otra parte, dice que debería regularse el uso de objetos como el plutonio por ser un riesgo para el resto de la población.


En ambos ejemplos encontramos una doble visión de la realidad, la cual se parece mucho al error fundamental de atribución (nuestros errores por variables externas y los ajenos por internas, en este caso nosotros tenemos conciencia para hacer las cosas bien pero los demás se dejan arrastrar por el medio y deben ser controlados). Por un lado, los ciudadanos no dudan en defender su “libertad” para tener aquello que deseen por los motivos que consideren correctos, mas son los primeros en poner restricciones al uso de ciertos objetos cuando temen que puedan ser los perjudicados por parte de terceras personas o “potenciales enemigos”. Esto de los enemigos en la sombra es un tema al que volveremos en próximos párrafos.

Justo después del vídeo de la fábrica de armas, Moore introduce un corte con las acciones de Estados Unidos en los últimos conflictos bélicos del mundo y añade a continuación grabaciones de la matanza de Columbine. Al acabar este, comienza a reproducir un el discurso de Charlton Heston en una reunión de la RNA. No juzgaré la actitud del señor Heston a la hora de dar el discurso ni el contenido del mismo, mas sí me veo obligado a destapar los tejemanejes de Moore a la hora de colocar esta conferencia en el documental.

Lo primero que debemos destacar es la percepción distorsionada de la realidad que transmite Moore en su película respecto a lo acaecido entre la RNA y la matanza de Columbine. Inicialmente Moore afirma "solo 10 días después de los asesinatos en el instituto Columbine, a pesar de los ruegos de la comunidad, Charlton Heston acudió a Denver para celebrar un gran encuentro de la RNA en favor de las armas". Lo que el documental transmite con esto es que Heston visitó Littletown para provocar, pero en realidad ese evento es una reunión anual que ya estaba fijada desde antes de la matanza. Asimismo, a causa de esta última, la RNA canceló todos los eventos de ocio (cenas, competiciones deportivas...) que estaban planeados, dejando solo la reunión que debe celebrar anualmente por ley. Como cualquier persona comprenderá, es tremendamente difícil cambiar la ubicación de una reunión de cuatro millones de miembros a tan solo 10 días de su inicio.


Además, no terminan aquí las manipulaciones de la grabación. Moore coloca una escena de Heston gritando "Solo tengo cinco palabras para usted: de mis frías y muertas manos" en referencia a su rifle justo en este momento, lo cual da a entender que es una frase dirigida al alcalde de Denver (una escena antes el alcalde pedía que la RNA no se reuniera ese año en Denver) cuando en realidad pertenece a una convención sucedida un año después en Charlotte, Carolina del Norte, respondiendo así a la campaña demócrata contra la NRA de Al Gore.

Movimientos parecidos podemos encontrar en los siguientes minutos, pues hasta siete veces Moore modificará el discurso de Heston, colocando frases fuera de contexto para influenciar con ello la percepción de espectadores poco informados. Por ejemplo,  la auténtica respuesta de Heston al alcalde de Denver fue “yo acudí voluntario a la guerra a la que se me pedía que fuera con 18 años. Desde entonces he realizado pequeños encargos para mi país, desde Nigeria a Vietnam. Sé que muchos de vosotros podéis decir lo mismo".  Asimismo, todo lo que dice Heston en esa conferencia está manipulado del mismo modo, recolocando las frases y transmitiendo con ello una información claramente partidista e intencionada al espectador.

El siguiente punto a analizar es la búsqueda de culpables. Como comenté un par de párrafos atrás, es típico de la mentalidad estadounidense el buscar chivos expiatorios ante estas situaciones, pues para una gran parte de la misma la disonancia cognitiva causada por la conjunción del libre uso de  armas y elevado número de crímenes donde están implicadas resulta realmente doloroso. Así, tanto en la época del documental como hoy en día podemos ver que existen ciertos blancos perfectos para cargar con las culpas: el rock, los videojuegos, las películas violentas, el heavy metal, las drogas, las armas de juguete, Satán... es probable que algunos de estos objetivos sí hayan tenido alguna influencia en estas matanzas, pero el hecho de que esos mismos productos existan en el resto del mundo y que solo en Estados Unidos se den esta clase de “accidentes” (o por lo menos con tal frecuencia y notoriedad) nos invita a pensar que tal vez no sea cosa exclusiva de estos objetos la aparición o no de crímenes con armas.

Marylin Manson, estrella y chivo expiatorio por excelencia.

Tal y como se ve en el vídeo, cuando se dio el ataque al instituto Columbine el culpable fue elegido a partir de los gustos de los chicos: Marilyn Manson. No se fijaron en los bolos, las películas u otras cosas que tenían una alta presencia en la vida de los jóvenes, sino que escogieron algo que se alejaba del grueso de la sociedad pero con suficiente notoriedad para ser blanco de sus injurias. Esto mismo podemos seguir viéndolo en nuestro día a día, llegando en muchas ocasiones a absurdos como cuando se culpó de una de las últimas matanzas en un colegio al videojuego Dynasty warriors. Dicho así suena peligroso (una traducción literal sería “Dinastía de guerreros”), por lo que es fácil que la gente que no esté interesada en los videojuegos realmente lo encuentre culpable, pero en cuanto se les informa que consiste en un juego ambientado en la China feudal la teoría de que puede impulsar a un adulto mentalmente sano a coger un rifle de asalto y asesinar a más de 20 niños se cae a pedazos.

Aún así, tanto entonces como ahora un gran número de personas no dudan en criminalizar a este cúmulo de aficiones simplemente por asociación de ideas (“¿Todo el mundo que escucha a Manson comete crímenes? ¡No! Pero algunos sí”) sin darse cuenta de que se podría aplicar a todo lo existente. “¿Todo el mundo que lee cómics comete crímenes? ¡No! Pero algunos sí“¿Todo el mundo que mira el programa de Oprah comete crímenes? ¡No! Pero algunos sí” “¿Todo el mundo que es moreno comete crímenes? ¡No! Pero algunos sí”.  Y podría aplicarse también a los niveles de pobreza, películas, rupturas familiares, historia sangrienta y demás culpables mentados por muchos grupos pro armas pero que, como dice Moore en el documental, no muestran en USA los máximos mundiales pero sí uno de los mayores índices de violencia con armas de fuego.

Eso sí, una vez más Moore juega con los datos para transmitir al espectador justo lo que el desea que la otra persona entienda. Para empezar, el director presenta cifras absolutas de muertes en diferentes países sin especificar en ningún momento año o fuente, obviando en el proceso la población total de cada lugar y evitando el uso de ratios. La cifra mostrada en la película (11.127) fue extraída del informe del Centro para el Control de Enfermedades del año 1999, cantidad que incluye suicidios, accidentes, defensa propia y acción de la policía contra criminales. A su vez, otras fuentes como el FBI sitúan la cifra de muertos por arma de fuego en 8500. Por otra parte, si consultamos otras fuentes referentes a países como Alemania, veremos que el equivalente alemán de la CIA sitúa el número de muertos por arma en 1500, más de cinco veces la cantidad declarada por Moore en su film.


Aún así, de nada nos valen estos datos si no tenemos en cuenta la cantidad de personas que murieron ese mismo año en cada país; por ejemplo si en Alemania ese año murieron 1.700 personas y en USA 30.000.000 estaría claro que el problema de las armas no sería tan exclusivo como quiere hacernos creer Moore. En cambio, consultando diferentes webs podemos observar que, porcentualmente hablando, solo el 0,4% de las muertes anuales en Estados Unidos se producen por armas de fuego. Es cierto que es considerablemente mayor que el 0,17% alemán y que es comprensible el interés de Moore por querer reducir este porcentaje al 0%, pero no estamos aquí para juzgar sino para analizar los pensamientos y argumentos de ambos bandos, y como hemos  podido comprobar en no pocas ocasiones, Michael tiende a conducir su película a un mensaje muy claro. Algo similar vemos cuando compara la población de USA y Canadá, donde dice “El 13% del país no es blanco”, lo cual es cierto, pero si comparamos este porcentaje con el de USA veremos que en Estados Unidos solo hay un 21% más de gente de color que en Canadá.

El siguiente caso de manipulación de la información lo encontramos en los compases finales del corto animado con la historia de Estados Unidos deja entrever (mediante el diálogo y la imagen en que los del KKK se quitan las capuchas y se unen a la NRA) que ambos grupos están relacionados, dato muy manipulado pues, de entrada, la RNA la fundaron antiguos oficiales de la Unión (vencedores en la guerra civil, antiesclavistas) y la KKK confederados (perdedores de la guerra civil y esclavisas). Además, durante años posteriores la RNA facilitó armamento a grupos de negros para poder defenderse de los ataques del KKK

Es entonces cuando Moore introduce su teoría a cerca de la problemática estadounidense: “La cultura del miedo”. Básicamente, según esta teoría la población estadounidense es bombardeada día tras día con información sobre crímenes y altercados desde los medios de comunicación, intentando así mantener un estado de alerta generalizado que les incite a un consumismo agresivo (“tengo miedo de lo que me pueda pasar así que compraré víveres y tomaré medidas de contingencia como alarmas o armas”), consiguiendo también así redirigir la atención del pueblo de asuntos que al gobierno no le interesa que mediten (política exterior, corrupción del estado...). Para dotar su teoría de mayor consistencia, Moore visita a varios expertos y compara la programación estadounidense con la canadiense, aportando a su vez datos como que aunque haya bajado la criminalidad un 20% su cobertura mediática aumentó un 60%. Una vez terminada su exposición, Moore finaliza el vídeo con las protestas en KMart y una entrevista al (por aquel entonces) presidente de la NRA Charlton Heston.


Un último detalle antes de terminar de comentar el documental visionado en clase: si uno observa el reloj de pared durante la entrevista con Heston, podrá comprobar que en lugar de los cinco minutos que nos muestra Moore la conversación duró aproximadamente 23 minutos. ¿Dónde está el resto del diálogo y por qué no hace ninguna referencia a este hecho en todo el vídeo? Moore invita al espectador a pensar que Heston es incapaz de responder a los 5 minutos de su inicio cuando, por un lado, la entrevista duró cuatro veces más y, por el otro, al existir cortes no podemos asegurar que la entrevista fuera tal y como se nos presenta (ya hemos visto anteriormente el talento de Moore para disimular lo que no le interesa durante las anteriores apariciones del ex actor).

Como hemos podido observar, Bowling for Columbine es una durísima crítica al sistema del terror empleado por las cadenas de comunicación de USA, aunque esto no sea reciente. Si observamos la historia de USA, podremos ver cómo todas las generaciones han crecido temiendo a un enemigo que creían amenazaba su supervivencia (indios, ingleses, guerra civil, alemanes, negros, vietnamitas, árabes...), aunque esto no quita el hecho de que hoy en día este efecto se ha visto incrementado dada la selección y manipulación de la información, mostrando a los ciudadanos que cualquier persona puede ser un enemigo letal.

Aún así, a lo largo del film el director peca una y otra vez de los mismos errores que la gente a la que alude. No solo lo digo por los argumentos basados en suposiciones o en las flagrantes manipulaciones de información, sino por el hecho de que Moore, en su intento de mostrar el “estado de miedo” imperante en USA, emplea el mismo sistema, mostrando a un colectivo de estadounidenses (los que están a favor de las armas) como individuos tremendamente peligrosos, los cuales dormirían con rifles debajo del colchón.  

Repito foto por que ya no sé qué más poner.

Todo esto, aunque en nuestra cultura también se da, sucede a una escala mucho más reducida, lo cual permite a mucha gente discernir las enormes diferencias entre el pensamiento de personas filogenéticamente similares pero radicalmente opuestas con el cambio en cultural como principal divergencia. Así, aunque para nosotros pueda parecer absurdo mantener la legalidad de las armas cuando anualmente mueren más de 11.000 personas por su uso, en la cultura estadounidense el miedo al enemigo (ya sea este real o ficticio) es tal que el derecho a protegerse de ellos es la única justificación que necesitan para permitir una sociedad armada, incluso llegando a extremos de intercambiar libertad  por seguridad (renunciar a parte de su libertad a cambio de controles exhaustivos que permitan identificar a ese hipotético enemigo, llegando incluso a barajar el llamado “derecho penal del enemigo”, más centrado en mantener la seguridad ciudadana que del mantenimiento de la ley). Además, la desconfianza del ciudadano medio en las instituciones policiales invita en muchas ocasiones a que se de una asunción personal de la seguridad (los individuos asumen personalmente el mantenimiento de su seguridad en detrimento de la obligación estatal).

Asimismo, si adoptásemos por un momento su punto de vista nos sería relativamente sencillo sorprendernos ante la mayoría de la Unión Europea, pues la mayoría de sus miembros prohíben la posesión de armas por parte de civiles. Con toda probabilidad, nos catalogaríamos de “despreocupados”, “inconscientes” o de algún otro sinónimo que denotase nuestra falta de temor o preparación ante un ataque por parte del enemigo, ya se trate de una amenaza real (las recientes amenazas de Corea del Norte a los países capitalistas) o de algo más etéreo (la posibilidad de que un desconocido entre en nuestro hogar con intenciones poco amistosas). 

Aunque pueda parecer banal, este ejercicio de ponerse en el lugar del otro es, además de un gran aliado en nuestra vida diaria, algo imprescindibles si queremos ejercer de manera eficiente como psicólogos algún día, pues de poco o nada nos valdría terminar la universidad si somos incapaces de aceptar el hecho de que aquello que nosotros consideramos obvio o inalienable en otros lugares puede ser totalmente prescindible o incluso altamente reprochable. 

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