La voz de los muertos

Han pasado ya un par de meses desde que reseñé por última vez una obra de Orson Scott Card (no, la grotesca adaptación fílmica de Ender no cuenta), así que va siendo hora de volver al tema, siendo hoy el afortunado la secuela del celebérrimo El juego de Ender, La voz de los muertos. Salida un año después que Ender, se dice que este era el libro que Card quería escribir, pero antes de hacerlo creó El juego de Ender para desarrollar un marco histórico y unos personajes con los que trabajar aquí. Dicho de otro modo, en lugar de escribir un prólogo o alargar este libro creó una novela independiente y funcional por si misma solo para definir al protagonista de esta. O eso se rumorea.

Evitando caer en Spoilesr, aunque sea una secuela directa del original la trama se sitúa mucho tiempo después del final de El juego de Ender, por lo que pocos de los personajes del primer libro repiten aquí. Asimismo, ritmo, temática y narrativa son completamente distintas, centrándose mucho más en los sentimientos de los protagonistas e incluso en filosofía y ética, planteando algunas preguntas muy interesantes de un modo igualmente elegante. Como supondréis, esto le sentó como una patada en el culo a la comunidad fan, pues mientras que Ender es una novela que podríamos catalogar de "literatura adolescente", La voz de los muertos parece por momentos un ensayo sobre la naturaleza del ser humano y sus relaciones con otras formas de vida inteligentes. 

Puede parecer denso, e incluso por momentos lo es, pero llamar "mala secuela" a La voz sería simplemente estúpido, pues Card nos demuestra cómo una segunda parte puede expandir el universo del original sin perder un ápice de calidad. No os diré que vayáis de cabeza a por ella pues antes debéis leer El juego de Ender, pero si cumplís este requisito yo no me lo plantearía mucho: es una novela fantástica. Eso si, dos cosas: 1) Ver la mierda peli del 2013 no cuenta como haber leído El juego de Ender 2) Miedo me da cómo harán para adaptar este libro en un par de años, en serio.