Nunca os he hablado de Final Fantasy X. Qué inesperado, ¿verdad? El mayor fan de FFX de toda ZonaDelta y lo único que he escrito sobre él es esta pequeña carta de amor perdida en el tiempo. Todos sabéis que lo adoro, pero nadie me ha preguntado por qué. Voy a suponer que a nadie le interesa... Y me da igual. Hoy vamos a hablar de Final Fantasy X.
No es un secreto que me gustan los juegos difíciles, pero sobretodo soy amante de las buenas experiencias. En Final Fantasy X encuentro un maravilloso equilibrio entre desafío, ritmo, sentimientos y arte. Los combates premian la estrategia y la planificación, no son grandes retos de ingeniería informática pero si lo suficientemente exigentes como para que debas tener las cosas claras. A su vez, en esta faceta parcialmente laxa se brinda la posibilidad de afrontar la aventura un poco al gusto del consumidor, como atrevernos contra los más fuertes enemigos con niveles claramente insuficientes y vencer gracias a la habilidad pura y dura, o relegar al olvido los personajes que peor nos caigan y suplirlos a base de combinaciones alternativas; de hecho, he llegado a ver gente completando el juego, jefes secretos incluidos, sin subir de nivel, sin invocaciones, sin armas personalizadas, sin turbos, sin escapar de los combates y sin evitar a los enemigos, todo en una misma partida.