Mi primer contacto con los indies fue con Braid (guau, ¿verdad?); después, con Limbo y Machinarium, Super Meat Boy de por medio... Y un buen día, Bastion. Bastion era un buen juego, uno muy bueno de hecho, lo suficiente como para labrarle un reconocimiento a Supergiant Games. Así pues, dos años después de su lanzamiento, ya con gente situándolo en una posición generosa siempre que se hablaba del mundillo independiente, anunciaron Transistor, y la expectación fue máxima (dentro de lo imaginable en esta parte del sector, claro). Yo de esas seguía siendo un profano y creo que el anuncio me enganchó terminando Cave Story. Para mí, Bastion era aún reciente (noviembre de 2012), así que me entró el hype y Transistor resultó ser el primer videojuego indie que esperaba con ansias hasta su lanzamiento, aunque al final no lo compré hasta las rebajas de Navidad de Steam. Llegan las vacaciones, lo compro, lo juego y me enamoró, pero fue terminarlo y... Ya. No es que fuese demasiado fugaz ni nada de eso, fue una grata experiencia que atesoré, pero al acabarlo me dejó una especie de sensación de vacío. Y medio año después me compré la PS4, y con el Plus me bajé otra vez Transistor. Me lo pasé de nuevo... Dos veces en un mismo día, de hecho, y fue muy intenso. No es que Transistor solo me enamorase cuando lo jugué, es que seguía enamorado de él. Hoy intentaré transmitiros un poco de ese sentimiento.
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martes, 8 de diciembre de 2015
Transistor
Mi primer contacto con los indies fue con Braid (guau, ¿verdad?); después, con Limbo y Machinarium, Super Meat Boy de por medio... Y un buen día, Bastion. Bastion era un buen juego, uno muy bueno de hecho, lo suficiente como para labrarle un reconocimiento a Supergiant Games. Así pues, dos años después de su lanzamiento, ya con gente situándolo en una posición generosa siempre que se hablaba del mundillo independiente, anunciaron Transistor, y la expectación fue máxima (dentro de lo imaginable en esta parte del sector, claro). Yo de esas seguía siendo un profano y creo que el anuncio me enganchó terminando Cave Story. Para mí, Bastion era aún reciente (noviembre de 2012), así que me entró el hype y Transistor resultó ser el primer videojuego indie que esperaba con ansias hasta su lanzamiento, aunque al final no lo compré hasta las rebajas de Navidad de Steam. Llegan las vacaciones, lo compro, lo juego y me enamoró, pero fue terminarlo y... Ya. No es que fuese demasiado fugaz ni nada de eso, fue una grata experiencia que atesoré, pero al acabarlo me dejó una especie de sensación de vacío. Y medio año después me compré la PS4, y con el Plus me bajé otra vez Transistor. Me lo pasé de nuevo... Dos veces en un mismo día, de hecho, y fue muy intenso. No es que Transistor solo me enamorase cuando lo jugué, es que seguía enamorado de él. Hoy intentaré transmitiros un poco de ese sentimiento.
martes, 6 de noviembre de 2012
Bastion
Aquí hay un chaval cuyo mundo se ha torcido, y le ha dejado abandonado en una roca en el cielo.
Se levanta.
Se pone rumbo al Bastión. Donde todo el mundo acordó ir en caso de que surgieran problemas.
El suelo se forma bajo sus pies, como si le marcara el camino. No se detiene a preguntarse por qué.
Encuentra a su amigo de la infancia tirado en la carretera. Un reencuentro muy emotivo.
Ve lo que queda de la Muralla Agitada.
Años de trabajo destrozados en un instante. En el Gran Desastre.
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