Advertencia: Spoilers gordos de Niebla de Unamuno (lo típico que cuentan al hablar de él en el instituto) y Spoilers gordísimos del Animal Man de Morrison. Sé que el hecho de poner ambos productos juntos ya hará a más de uno sospechar del contenido de Animal Man, pero por si acaso yo lo aviso. Si aún así quieres mantenerte lo más virgen posible, sepas que Niebla no merece la pena de leer a menos que busques algo pedante y que el Animal Man de Morrisón es uno de los cómics (qué digo cómics, ¡productos literarios!) más redondos que verás nunca. Y que lo que le ha dado fama a Niebla lo hace 30 o 40 veces mejor Morrison.
Siempre le tuve mucha, muchísima curiosidad a Niebla. Así como en repetidas ocasiones he criticado duramente que en escuelas e institutos se destripe vilmente el argumento de los libros a estudiar admito que, para casos como Niebla, no hay forma de hablar de su relevancia si no es spoileándole al alumno el giro final de la novela (perdón, nivola). Así es, me refiero al encuentro entre el protagonista de Niebla (Augusto Perez) y el mismo autor, quienes dan entonces un nuevo sentido a la narración mediante una conversación sobre la metaficción y la existencia humana.
O ESO TE DICEN EN EL INSTITUTO. Niebla es un libro de 300 páginas donde el metacomentario se reduce al prólogo, una pequeña intervención de Unamuno a la mitad (la cual es soberanamente pueril y fuera de lugar) y en las páginas finales. Es más, Niebla sería prácticamente igual si quitásemos a Unamuno de la ecuación, pues el metacomentario no es ni el medio ni el fin de Niebla, sino un pequeño adorno que ni suma ni resta al conjunto. Durante el resto de la novela/nivola/llámalo X tenemos una historia de ¿amor? que avanza a trompicones dado la cantidad y densidad de los monólogos de todos los personajes, quienes parecen cobrar por cada vez que llenan la página por sí mismos. Esto no es malo a priori, pero cuando las mentadas disertaciones tratan de todo excepto de lo que se supone que te habla el libro sabes que algo va mal.
Asimismo, ya no es solo que la novela se disperse en demasía, es que la forma que tienen los personajes de hablar parece salida de un manual de pedantería. Es más, inicialmente pensaba mostraros unos cuantos textos sacados de Niebla para que entendieseis hasta qué punto es exagerado, pero creo que con colocaros esta imagen y deciros que hasta la criada habla así os hacéis a la idea. Espera, ¿he dicho "criada"? ¡Hasta el perro tiene un maldito monólogo de 8 páginas sobre la futilidad de la existencia humana! ¡EL-PE-RRO!
Pasemos ahora al Animal Man. Veréis, le tengo mucha, mucha tirria a Grant Morrison. Sí, su Arkham Asylum está muy guay, pero la mayoría de sus otros trabajos (All Star Superman, Tierra 2, Batman RIP) me parecen sobrevaloradísimos, con lo cual tanta alabanza a su Animal Man me hizo acercarme a él con cierto recelo. Lo admito, quedé sorprendidísimo una vez lo hube terminado, pero me negaba a darle todo el crédito. "Sí, el metacomentario está muy bien, pero Unamuno lo hizo 70 años antes. Seguro que lo copió descaradamente y luego fingió que no lo conocía, menudo capullo" me dije. Entonces leí Niebla.
Sí, cogí Niebla en la biblioteca solo para poder quitarle méritos a Morrison. Sí, me he llevado un zás como una casa, porque no solo Niebla me ha defraudado sino que el parecido entre ambas obras es prácticamente nulo. Como dije antes, Niebla sería prácticamente igual si borrásemos a Unamuno de la ecuación; el Animal Man de Morrison gira en todo momento sobre el metacomentario, siendo este tanto el medio como el fin de toda su etapa en la colección.
La etapa de Morrison en Animal Man duró 26 capítulos, siendo los cuatro primeros una actualización del personaje que no va mucho más allá de la típica aventurilla de supertipos. Sin embargo, en cuanto lleguemos al número 5, El evangelio del coyote, nos daremos cuenta de que igual esto va a más, desarrollándose una trama de fondo capítulo a capítulo que culmina en uno de los ejercicios de metaficción más redondos que he tenido nunca el placer de leer, centrándose no solo en el manido autor - personaje sino también en conceptos como la realidad de los mismos y profundizando en el concepto de la continuidad, teorizando incluso sobre qué les sucede a los personajes una vez las editoriales los descartan sin quedar nunca de manera pedante o aburrida. Y sí, quizás el saber esto arruine un poco la experiencia, pero seamos realistas, casi ninguno de vosotros le daría una oportunidad a este cómic si no os lo digo. Además, yo mismo me leí primero el último número de la colección (por accidente, eso sí) y lo he disfrutado como nunca, así que tampoco será tan grave.
No me alargaré mucho más, pues poco puedo hacer a mayores sin dar detalles específicos sobre la trama del mismo. Actualmente el trabajo de Morrison está descatalogadísimo en España, pero no dudo en que ECC lo reeditará más pronto que tarde (y que en internet lo encontaréis completo sin apenas dificultades). En definitiva, mientras que Animal Man os lo puedo recomendar sin miedo, de Niebla no puedo decir lo mismo. Pero, eh, si os gusta la pretenciosidad y los monólogos " oh que místico mira que profundo lulz", adelante; total, ¿quien soy yo para decir que unos dibujitos para niños son mejores que este clasicazo de la España patria?
O ESO TE DICEN EN EL INSTITUTO. Niebla es un libro de 300 páginas donde el metacomentario se reduce al prólogo, una pequeña intervención de Unamuno a la mitad (la cual es soberanamente pueril y fuera de lugar) y en las páginas finales. Es más, Niebla sería prácticamente igual si quitásemos a Unamuno de la ecuación, pues el metacomentario no es ni el medio ni el fin de Niebla, sino un pequeño adorno que ni suma ni resta al conjunto. Durante el resto de la novela/nivola/llámalo X tenemos una historia de ¿amor? que avanza a trompicones dado la cantidad y densidad de los monólogos de todos los personajes, quienes parecen cobrar por cada vez que llenan la página por sí mismos. Esto no es malo a priori, pero cuando las mentadas disertaciones tratan de todo excepto de lo que se supone que te habla el libro sabes que algo va mal.
Asimismo, ya no es solo que la novela se disperse en demasía, es que la forma que tienen los personajes de hablar parece salida de un manual de pedantería. Es más, inicialmente pensaba mostraros unos cuantos textos sacados de Niebla para que entendieseis hasta qué punto es exagerado, pero creo que con colocaros esta imagen y deciros que hasta la criada habla así os hacéis a la idea. Espera, ¿he dicho "criada"? ¡Hasta el perro tiene un maldito monólogo de 8 páginas sobre la futilidad de la existencia humana! ¡EL-PE-RRO!
Aquí una muestra de los monólogos de Niebla. Click para ampliar.
Pasemos ahora al Animal Man. Veréis, le tengo mucha, mucha tirria a Grant Morrison. Sí, su Arkham Asylum está muy guay, pero la mayoría de sus otros trabajos (All Star Superman, Tierra 2, Batman RIP) me parecen sobrevaloradísimos, con lo cual tanta alabanza a su Animal Man me hizo acercarme a él con cierto recelo. Lo admito, quedé sorprendidísimo una vez lo hube terminado, pero me negaba a darle todo el crédito. "Sí, el metacomentario está muy bien, pero Unamuno lo hizo 70 años antes. Seguro que lo copió descaradamente y luego fingió que no lo conocía, menudo capullo" me dije. Entonces leí Niebla.
Sí, cogí Niebla en la biblioteca solo para poder quitarle méritos a Morrison. Sí, me he llevado un zás como una casa, porque no solo Niebla me ha defraudado sino que el parecido entre ambas obras es prácticamente nulo. Como dije antes, Niebla sería prácticamente igual si borrásemos a Unamuno de la ecuación; el Animal Man de Morrison gira en todo momento sobre el metacomentario, siendo este tanto el medio como el fin de toda su etapa en la colección.
La etapa de Morrison en Animal Man duró 26 capítulos, siendo los cuatro primeros una actualización del personaje que no va mucho más allá de la típica aventurilla de supertipos. Sin embargo, en cuanto lleguemos al número 5, El evangelio del coyote, nos daremos cuenta de que igual esto va a más, desarrollándose una trama de fondo capítulo a capítulo que culmina en uno de los ejercicios de metaficción más redondos que he tenido nunca el placer de leer, centrándose no solo en el manido autor - personaje sino también en conceptos como la realidad de los mismos y profundizando en el concepto de la continuidad, teorizando incluso sobre qué les sucede a los personajes una vez las editoriales los descartan sin quedar nunca de manera pedante o aburrida. Y sí, quizás el saber esto arruine un poco la experiencia, pero seamos realistas, casi ninguno de vosotros le daría una oportunidad a este cómic si no os lo digo. Además, yo mismo me leí primero el último número de la colección (por accidente, eso sí) y lo he disfrutado como nunca, así que tampoco será tan grave.
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