¿Sabéis? Empecé este texto en la ducha, como tantos otros. Cavilaciones varias de esas que no sabes de donde salen pero que te gustan, que las desarrollas por el placer de desarrollarlas. En el aseo de hoy nació esta entrada, un escrito pleno y perfecto lleno de sentimiento. Por supuesto, ya se me ha olvidado casi todo... Solo recuerdo como empezaba, y empezaba con un "Vic tenía razón".
No, eso no es cierto, Vic no tenía razón. "Drakengard 3 no es NieR, Anti", me dijo. Sí y no. Yo descubrí las creaciones de Cavia por la puerta grande: con el susodicho NieR. Si habéis leído alguna de mis entradas sobre el tema, sabréis que supuso un punto de inflexión en mi vida videojueguil, no del mismo modo que lo fue Final Fantasy X, obra que, directamente, me supuso una drástica maduración como persona en general, pero si al nivel de saber que acababa de encontrar una de esas joyas milenarias, una auténtica pieza de culto que me invitaba a valorarla y estimarla a cada detalle de una forma única. ¿Drakengard 3 no es NieR? Dejadme decir algo, dejadme decir que el día que termine Drakengard 3, el día que por fin haya dominado el juego y aparezcan los créditos en la pantalla, me arrepentiré de haber "ganado", porque ya no quedará nada para mí en ese mundo, un mundo que se ha asegurado de darme todo lo que me puede dar antes de echarme con la mayor fuerza y resignación posibles, asegurándose de que no volveré, y si lo intento no seré invitado de vuelta a él porque nunca, nunca, nunca volverá a ser lo mismo. Es cruel, y maravilloso. Maravilloso.
Y lo hace apagándose suavemente, como si eso tuviese que hacerlo todo un poco menos doloroso. Al contrario, lo hace más duro, porque ves que cuanto más te enamora, menos falta para que todo termine. ¿Lo hace más natural? Más bien te otorga consciencia de lo fugaz que acabará siendo todo y lo poco que resta para ello, para que se haya fundido.
Algún día lo encontraré medio perdido en mitad de la estantería y lo cogeré con ganas de volver a jugarlo. Pero, ¿para qué? Y lo volveré a dejar donde estaba, decidiré hacer otra cosa y me sentiré un poco más abatido; como quien encuentra una foto vieja de entre tantas ya olvidadas, recuerda unos minutos con nostalgia y la deja en un montón un poco más selecto que el anterior. Y vuelve a olvidarla, porque eso ya pasó. Para mí, eso fue NieR, y eso ha sido Drakengard 3. Agradezco poder echarlo de menos.
Y lo hace apagándose suavemente, como si eso tuviese que hacerlo todo un poco menos doloroso. Al contrario, lo hace más duro, porque ves que cuanto más te enamora, menos falta para que todo termine. ¿Lo hace más natural? Más bien te otorga consciencia de lo fugaz que acabará siendo todo y lo poco que resta para ello, para que se haya fundido.
Algún día lo encontraré medio perdido en mitad de la estantería y lo cogeré con ganas de volver a jugarlo. Pero, ¿para qué? Y lo volveré a dejar donde estaba, decidiré hacer otra cosa y me sentiré un poco más abatido; como quien encuentra una foto vieja de entre tantas ya olvidadas, recuerda unos minutos con nostalgia y la deja en un montón un poco más selecto que el anterior. Y vuelve a olvidarla, porque eso ya pasó. Para mí, eso fue NieR, y eso ha sido Drakengard 3. Agradezco poder echarlo de menos.
Acerca de Anti
sigue siendo inmune a las Death Note. Estudiante de
ingeniería industrial, gamer, amante y gamer otra vez,
tiene la ridícula esperanza de que alguien en alguna parte
se fije en sus textos. Quiere dominar el mundo para poder
destruirlo sin impedimentos.
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