Hoy volvemos a tener ración doble de indies en un domingo, siendo dos las razones de no conformarnos con uno solo en esta ocasión: he jugado a los dos en días consecutivos y ambos comparten muchos puntos en común. Así, en ambos tomamos el rol de una persona normal durante X días consecutivos (una señora de la limpieza en Ananke y un preso en Presentable Liberty) y tenemos que vivir nuestra vida mientras que a base de pequeños papeles sacamos información del mundo y de la situación que nos rodea. Aun así, existe una gran diferencia entre ambos: todo lo que hace bien Ananke lo jode Presentable Liberty.
Exactamente, ¿Cuáles son los aciertos de Ananke? En primer lugar, el juego nos da libertad para hacer lo que queramos en el orden que queramos, por lo que somos nosotros los que marcamos los ritmos de la historia; con todo, difícilmente tardaréis más de 40 minutos en llegar a su final. Presentable Liberty, por su parte, tiene una duración fija de aproximadamente una hora y media, gran parte de la cual nos la pasamos mirando a las paredes. “Pero Sudit”, dirá alguno, “eres un preso, ¿qué querías hacer? El juego solo intenta ser realista”. No, si el juego quisiera ser un título realista sobre la vida de un preso directamente NO nos daría los minijuegos para echar el rato, por lo que una trama que se podría contar en 20 minutos acaba alargándose brutalmente con esperas donde intentamos no morirnos del asco jugando a esos minijuegosh. Hay quién dirá que las esperas son para hacernos sentir un preso, pero Little Inferno por ejemplo también habla sobre el uso que le damos a nuestrol tiempo y nos hacía esperar (y era el triple de largo que ambos juegos juntos) pero tenía un ritmo muchísimo mejor. No sé a vosotros, pero de verdad que acabé en twitter durante gran parte de la aventura, porque mis opciones eran arrancarme los pelos o mirar cómo crece la hierba. Esto no solo daña el ritmo del juego sino su propia ambientación, haciendo que elementos a priori inquietantes acaben dándonos igual de tanto tiempo como llevamos a su lado. Y por cierto, hablando de minijuegos, Ananke también tiene micropruebas de habilidad, pero excepto el de cambiar la basura que es la segunda venida del Anticristo apenas molestan al resto de la experiencia (de hecho, la refuerzan).
Pero eh, que estamos hablando de indies costumbristas, si estamos aquí no es por la jugabildidad sino por la trama. ¿Qué tal es la de cada juego? Pues la de Ananke se ciñe al principio de “es mejor insinuar y terminar cuando nos toca que joderla por pesados” mientras que Presentable… si, lo habéis adivinado: alarga tanto el chicle y exagera tanto la situación que cuando llegamos al final ya estamos hartos. Que esa es otra, el final de Presentable es de todo menos un final, justo cuando al fin parece que va a pasar algo y tenemos libertad de movimiento se termina intentando ser poético. Ahí ahí, con un par. En El Pixel Ilustre, página de la que saqué Ananke, comentaban que muchos juegos confían en un final para dar cuerpo a su experiencia y el cómo lo perciba el jugador puede elevarlo al cielo o mandarlo al inferno; bien, tienen roda la razón. Mi experiencia con Presentable era como Little Inferno pero sin las partes de jugar en la chimenea (vamos, una continua espera por la siguiente migaja de información), y cuando al fin llegó el momento de las revelaciones… en fin.
Creo que no hace falta decir mucho más. Si tenéis 40 minutos libres os diría que probaseis Ananke de calle, aunque solo sea por decir a vuestros amigos que habéis probado un juego donde erais una señora de la limpieza y haceros los gamers de pura cepa que conocen cosas que jamás han oído los meros mortales. Sobre Presentable… pues mira, si estáis motivados y queréis darle pues vale, hacerlo, es vuestro tiempo el que se consumirá, pero personalmente creo que existen muchísimas cosas mejores que hacer durante la hora que dura.
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