Pong. Todo el mundo lo conoce, todo el mundo lo ha jugado en algún momento en su vida. En su día este era el primer gran videojuego en producirse en masa, salieron mil sistemas de mil compañías diferentes con su propia versión del juego y su importancia en la industria fue innegable.
Pero hoy en día, el 99% de la gente que lo prueba tan solo lo hace durante 5-10 minutos. Es lo que tiene tener una premisa y mecánicas tan simples y primitivas. En un lapso minúsculo de juego, uno puede ver fácilmente todo lo que ofrece, y es una de las razones por las que cuando empezaron a salir juegos más complejos Pong rápidamente se convirtió en una cosa del pasado.
Aún así, siguieron saliendo nuevas versiones de Pong, especialmente de la mano de desarrolladores independientes, y es perfectamente entendible por qué: es una formula fácil de entender, a prueba de fallos y fácil de desarrollar, por lo que es una base ideal sobre la que entrenar habilidades de programación y ya de paso añadir nuevos conceptos. Como consecuencia de esto, hay un sinfín de versiones contemporáneas de Pong, algunas especialmente complejas y elaboradas, pero la versión de la que hablaré hoy mantiene el espíritu sencillo y universal del juego original pero a la vez añadiendo un par de mecánicas que lo llevan a un nivel completamente distinto.
Hoy hablaremos de Plasma Pong.
Desconozco cómo llegó este juego a mi disco duro. En aquél entonces probaba todo tipo de juegos freeware, shareware y de código abierto, ya sea por portales de juegos o CDs que venían en revistas de entretenimiento o de amigos. Una tarde cualquiera instalé Plasma Pong esperando encontrar un juego que desinstalar diez minutos después, pero a los pocos minutos de estar jugando me di cuenta que estaba ante algo brillante.
Plasma Pong comparte el mismo esquema y meta que su original: llevar la pelota al campo contrario, marcar puntos y defenderte con una pala moviéndola arriba y abajo. Pero en esta ocasión el desarrollador Steve Taylor añadió un elemento que redefine el gameplay: el plasma. El campo de juego no esta situado en el vacío o con aire, no, esta vez está lleno de fluido con su propia fuerza y físicas, alterando el movimiento de la pelota, dándole una mayor profundidad a la experiencia. Y para complementar este juego de físicas, puedes interactuar con el espacio creando flujos de plasma y desviar la trayectoria de la pelota.
Pero aquí viene lo más interesante, y es que el corriente que creas no se desvanece en la nada, sino que junto las de tu oponente y el plasma ya existente se crean otros flujos de líquido y vórtices con vida propia, haciendo que cada vez el movimiento de la pelota sea más impredecible. Tienes que estar atento y saber en que dirección soplar para contrarrestar el ataque enemigo y mover el plasma a tu favor, pero a la vez el contrincante puede usar tus corrientes de plasma contra ti mismo. Yo sólo juego de forma casual, pero una partida entre dos jugadores competitivos debe ser un auténtico espectáculo a nivel táctico.
La consecuencia directa de la importancia del plasma es que las palas en sí dejan de ser una superficie contra la que rebotar la pelota para convertirse en una máquina de corrientes, además de que intentar parar el avance de la pelota con el cuerpo de la pala resulta inútil porque el plasma hará que se desvíe y te marquen un punto de todas formas. El desarrollador era plenamente consciente de este cambio de mecánicas, por lo que añadió una segunda habilidad de poder absorber plasma cercano (y con ello la pelota) para luego generar una explosión que envía la pelota en dirección contraria, haciendo más fácil atrapar la pelota y contraatacar.
Y con estas pocas adiciones, Plasma Pong consigue reinventar la fórmula de una forma tan dinámica y a la vez elegante que firmemente opino que esta es la mejor versión de Pong que he jugado hasta la fecha. Sí, hay versiones más complejas como Pong: The Next Level con power ups, escenarios con sus propias reglas, diferentes objetivos y demás, pero Plasma Pong mantiene la sencillez que hizo el original un juego universal y entendible al instante a la misma vez que lo hace mucho más divertido y estimulante. Y encima es gratis.
Y junto con el apartado jugable, Plasma Pong acompaña la acción con una presentación exquisita: el plasma tiene sus propias partículas, va cambiando de color y en general tiene una estética psicodélica que hace que sea una delicia para los ojos y atemporal. El juego salió en 2007 hecho por una sola persona y diez años después sigue siendo muy bonito. Atari podría perfectamente hacer un port para PS4, cambiar un poco el HUD y la gente lo compraría con ganas… pero eso parece muy difícil que suceda.
Poco después de la salida del juego, Steve Taylor recibió un toque por parte del equipo legal de Atari para que cesara la distribución y desarrollo de Plasma Pong. Por un lado estoy contento porque eso significa que la gente que lo jugó lo hizo medianamente popular gracias al boca a boca para que Atari se diera cuenta de la existencia del juego, pero por otra parte es una lástima, especialmente teniendo en cuenta que Atari no ha hecho nada importante ni novedoso con la franquicia. Si Atari llegó a un trato con Jeff Minter para publicar TxK bajo el nombre de Tempest 4000 en consolas y PC, no veo por qué no pueden dar un trato parecido a Plasma Pong.
Pero hasta que ocurra eso, podéis descargaros el juego con facilidad desde Archive.com. Así pues, si tenéis curiosidad, echadle una ojeada y probad de jugarlo con amigos, tal vez os acabe encantando de la misma forma que me encantó a mí.
¡Gracias por leer este texto y que paséis un buen día!
-Chato Maltés
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