martes, 31 de diciembre de 2013

Desde Rusia con amor


¿Fin de año? Bah, si estáis leyendo esto no creo que tengáis ganas de chorraditas sobre la navidad o el fin del universo, así que hablemos de videojuegos. Para qué negarlo: The last story me supuso un coñazo. Nada más terminar el juego de marras, lo único que tenía en mente era coger el primer juego de mi estantería que supiera al 100% que me entretendría y desconectar un poco durante las últimas semanas del verano. Así, no es de extrañar que mi elección fuera este juego, el cual me he pasado ya 4 veces desde el momento que lo compré y sigue pareciéndome (casi) igual de entretenido que siempre.

Como podréis suponer los conocedores de las viejas pelis de Bond, este juego adapta muy libremente los acontecimientos de este film (y cuando digo muy libremente me refiero a que tienen en común algunos puntos y todo lo demás es inventado). Este vendría a ser uno de sus principales problemas: si, entiendo que quieras meter cosas nuevas para tener excusas para las fases, pero el argumento de este juego está bastante mal explicado. Somo Bond, un espía al que odia una organización terrorista llamada Octopus, y aún sabiendo que nuestra próxima misión en solitario en medio de la Rusia soviética es una trampa vamos. ¿Por qué? Pues ni idea. Por lo mismo que sucede casi todo en el juego: porque sí. La verdad, creo que no les costaba nada alargar un pelín las cinemáticas entre fases y dejar las cosas un poco más claras.

Además, muchas veces las situaciones que nos plantea el juego son totalmente absurdas. "Bond, los rusos saben que estamos en la zona, como hay riesgo de que nos detecten y eliminen quédate aquí y revienta con tu coche otros 30 vehículos rusos; estoy convencido de que matar a la mitad de su plantilla será más seguro para nosotros que huir, además de que eso les desmoralizará en lugar de lanzarnos al resto de su gente". ¿Otra? "Bond, sabemos donde está la base secreta de unos terroristas super armados y peligrosos, los cuales poseen un misil nuclear que podría causar el caos. ¿Mandar más agentes contigo para realizar una operación a gran escala? Tonterías, no hay tiempo. ¿Que realmente hay tiempo porque tú también estás en nuestro país y en el avión en que te metamos entra más gente que tú solo? Chorradas". Esa clase de cosas que si, es un videojuego y tal, pero en el momento en que las piensas se cargan totalmente la inmersión. 

La barra verde será nuestra salud y la azul nuestro chaleco antibalas. La segunda podremos rellenarla cogiendo más chalecos por el suelo, pero olvidaos de que se os regenere la salud en este juego.

Algo similar me pasa con la IA aliada. Hay un momento en el juego en que tendremos que huir por un río en lancha, y nuestro compañero conducirá mientras que nosotros manejamos la torreta. Veamos las opciones de pilotaje:

+Lo que sería lógico: "estamos huyendo del país hasta la frontera en una lancha de mierda, así que cuanto menos nos expongamos al fuego enemigo mejor. Asimismo, algunos hasta llevan helicópteros, así que nos es más beneficioso darle toda máquina a la frontera y eliminar a solo a los que consigan seguirnos por el camino".

+Lo que hace nuestro aliado: "fuck logic, James hasta que te cargues hasta el último mongólico que pasea por la costa y que obviamente no nos podría impactar con tal de que me alejase de aquí no pienso dejar de dar vueltas en círculo por este lugar".

Pero ey, antes dije que es la cuarta vez que me paso este juego y que realmente me gusta. Así pues, ¿por qué un juego con un gran número de incoherencias y que vendió en gran medida por tener una licencia de una peli famosa me gusta y el último JRPG de un famoso desarrollador que ha pulido y mimado su juego muchísimo más me pareció un coñazo? Por una razón muy simple: pese a todo, es un juego con el que no tienes lugar para el aburrimiento.

Las fases de conducción aportan variedad, aunque el control de los coches podría estar bastante mejor.

Conducción de diferentes vehículos, tiroteos, desactivar bombas, rescatar rehenes, usar el Q-Cópero, montar en jetpack... Objetivamente sé de sobra que el juego es mucho más simple de lo que aparenta, pero lo disimula muy bien, y de verdad prefiero un juego que me tenga 10 horas entretenido a uno que me dure 30 y esté hasta los huevos del mismo las 20 últimas. Asimismo, incluye algunos detalles que le dan cierta variedad a las misiones y nos permiten un ligero margen de maniobra para afrontarlas, como por ejemplo 11 armas bien diferenciadas, dos tipos de munición para cada una (desapareciendo la munición más potente al terminar cada fase, lo que nos obliga a adaptarnos constantemente a lo que dejen caer los enemigos), recolección de planos para mejorar nuestro equipamiento, apuntar manualmente pulsando cuadrado para dañar puntos vitales del enemigo y/o explotar municiones como granada, y... los momentos Bond.

¿Sabes cuando en una peli 007 salta de un edificio a otro con una moto en llamas y tú dices "Joder, qué guay"? Bueno, pues en teoría eso es un momento Bond. En teoría, porque en la práctica todas las misiones tienen uno y la inmensa mayoría es "Encuentra la sala secreta", lo que solucionaremos con un poco de imaginación en cuestión de minutos. La idea es interesante, pero podría estar mucho mejor implementada.

Hum, ahora que me fijo, esta última frase podría usarse para otra cosa: el multijugador. 4 jugadores a hostias a pantalla partida es algo muy divertido, pero la posibilidad de jugar con bots habría sido fenomenal. Una lástima que EA no lo incluyera, pero en fin.

El apuntado es semiautomático, como en el San Andreas, pero pulsando cuadrado podremos acceder a una mira para disparar a donde queramos.

En definitiva, Desde Rusia con amor podría definirse como el típico juego que sabes que no es gran cosa pero que sin embargo cumple su misión de divertir, lo que hace le perdones sus errores o su tendencia por la facilidad. No será ni el mejor juego de Bond ni la mejor adaptación fílmica, pero siempre reservaré un hueco para este juego en mi estantería.

NOTA: 6

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