lunes, 18 de mayo de 2015

Luigi's Mansion


Los seres humanos somos animales de costumbres. Realmente esta frase podría explicar todo el mercado de los videojuegos: la masa compra Call of Duty, Assassin's Creed y Fifa año tras año porque es lo de siempre, Nintendo sigue reciclando sus 4 IP clásicas cíclicamente porque es lo que queremos volver a comprar y el mercado retro tiene los precios que se gasta porque queremos volver a esos títulos a los que nos acostumbramos de pequeños y la nostalgia es muy puta. Teniendo esto en cuenta, creo que no es demasiado sorprendente que al tener la oportunidad de poner en funcionamiento el emulador Dolphin en mi PC el primer candidato para rejugada fuera el primer título de sobremesa que me pasé en mi vieja y querida Game Cube, Luigi's Mansion.


Dado que la semana pasada ya os contamos por aquí los turbios y grotescos asuntos que se tejen entre bambalinas (aka que Luigi es un demente que disfruta dañando a los demás y que en realidad nosotros somos el malo del juego) esta vez solo haremos referencia a la "historia canon", esto es que Luigi debe rescatar a su hermano Mario de una casa encantada con una linterna y una aspiradora como únicos aliados. Bueno, sí, también está el Profesor Fesor, pero dado que se pasa el 99% del juego a salvo en su casa creo que podemos catalogar su ayuda de mero "apoyo emocional".

Luigi encontrando la llave del armario.

Es bastante curioso lo que ha pasado con este juego. Inicialmente la gente se cagó en sus muertos por no ser un nuevo Mario 3D (recordemos que Sunshine no saldría hasta el año siguiente y que este fue el título con el que Nintendo sacó Game Cube al mercado), un tiempo después se empezaron a oír cientos de voces que pedían una secuela del mismo y al final... bueno, Luigi's Mansion 2 salió para 3DS, la gente quedó contenta y yo seguía sin saber qué pensar del juego porque hacía ya 10 años que lo vendiera y no tenía forma alguna de rejugarlo. Puta vida tete.

Fui con la mente abierta, esto ya lo digo de inicio. Sabía que la nostalgia era muy puta y que probablemente me llevaría un chasco gordote con el juego, por lo que la sorpresa inicial no pudo ser más agradable. Una introducción de conceptos y mecánicas a través de la jugabilidad y sin estúpidos tutoriales que molestaran más allá del cómo funciona la aspiradora, la forma de camuflar su linealidad extrema de tal modo que parezca que estás explorando, lo enfermizo de los pequeños detalles y guiños a la compañía... En serio, la primera vez que me di cuenta que Luigi estaba tarareando acojonado el tema principal del juego para darse valor durante una sección a oscuras mi corazoncito Nintendero volvió a latir tras tantísimos años de dolor (y ya no digamos cuando noté que este tarareo se modificaba en relación a la vida que le quedaba o si la zona estaba habitada por fantasmas o no).

Fue por todo esto que me dolió tanto cuando, a la mitad del juego más o menos, a Nintendo se le acaban las ideas y se dedica a usar cuanto truco cutre se le ocurre para alargar artificialmente la ya de por sí escasa vida útil del juego (no creo que tardase más de 6 horas en terminármelo en esta ocasión, y eso que apenas recordaba cómo vencer a uno o dos fantasmas).

¿Veis a este tío? Pues os vais a hartar de aguantar su jeto. 

Veréis, cada vez que un fantasma aparece de la nada y Luigi no está mirando en esa dirección nuestro personaje se lleva un pequeño sobresalto y detiene por un momento su avance. Esto durante las secciones donde debemos capturar a los fantasmas está bien, pues supone un pequeño handicap con el que lidiar y bla bla bla, pero que cada vez que tengamos que recorrer el mismo pasillo Luigi se pegue tres o 4 parones de un segundo cada uno es frustrante. Y creedme, Lugi's Mansion tiene un cojón y medio de backtracking

¿Que ese fantasma del tercer piso es débil al fuego? Tranquilo, ve a por la antorcha más cercana y... ¡Anda! Qué pena, el fuego más cercano está en la planta baja, parece que alguien tendrá que dar toooooooda la vuelta a la mansión para coger el elemento necesario. ¿Qué? ¿Dices que ya lo has hecho y estás en el tercer piso y has recibido una llave del sótano? ¿Y a qué estás esperando? Corre al sótano, a ver qué te... ¿qué? ¿Que en el sótano te han dado una llave del tercer piso justo al lado de donde estabas al principio? ¿Que dices que esto es una forma cutre de alargar el juego y que acaba frustrando al jugador por tener que ir dando vueltas como una estúpida pelota de pin pon? ¡Deja de decir tonterías y sube al maldito tercer piso! Ah, y más te vale llevar hielo... ¿qué? No, por nada, por nada...


En serio. ¿Tanto le costaba a Nintendo poner estos objetos más cerca o directamente redistribuir el orden de las habitaciones para evitarnos perder el tiempo? Bah, no sé ni para qué me molesto, pues es obvio que Nintendo era consciente de la brevedad del título y necesitaba alargar la experiencia fuera como fuera. ¿Que no me creéis? Atentos a la siguiente imagen:




Este es el único camino que hay para ir a los pisos 2, 3 y el tejado, y también se trata de la única puerta de todo el juego cuya llave no consigues derrotando a un fantasma. Tú, pobre jugador ignorante de lo que te espera, das por hecho que en breves recibirás esa llave y las dos o tres primeras veces que te comes el rodeo por el patio exterior lo llevas con humor y hasta cierto punto contento de ver una zona nueva, pero cuando en los compases finales de la aventura sigues sin tener la puta llave y has visto como Luigi se detenía una media de 3 veces por recorrido por los mismos tres malditos fantasmas que cuelgan de los árboles (sí, los de la foto anterior) estás un poquito hasta los cojones de la maldita vuelta.

Pero eh, esperad lo mejor. ¿Queréis saber qué hay que hacer para conseguir la llave de marras? Subirse a una cinta de correr que hay en el gimnasio de la mansión y poner a Luigi a hacer ejercicio en la misma durante un rato. Sí, en serio. Qué más da que todas las demás llaves se obtengan mediante la captura de fantasmas o que hasta las salas secretas tengan sistemas más coherentes de acceso, que la única llave rematadamente escondida sea la que te ahorra fácilmente media hora de idas y venidas a lo largo del juego es una mera casualidad para nada malintencionada. Casi nada, vamos.

Asimismo, estas repetitivas sesiones de pasear por la mansión hacen que el jugador comience a rellenar esos huecos libres con lo que puede, ya sea haciendo que Luigi llame a su hermano hasta quedarse afónico o intentando oír su OST... momento en que se da cuenta de lo escasa que es, pues en la mayoría de ocasiones estaremos oyendo alguna reversión del tema principal, ya sea saliendo de los labios de Luigi o como música ambiental.


Luigi best Far Cry 3

Me gustaría dar por terminado este análisis y pasar a otra cosa porque diablos, me he divertido con él y es uno de los juegos de mi infancia, pero todavía me quedan cosas por destacar y no precisamente para bien referidas a su jugabilidad. Ya comenté que el título es fácil y corto, pero además resulta repetitivo (de los 23 fantasmas tochos a capturar un buen número requiere mecánicas similares, y prácticamente ninguno de ellos supondrá un reto real) y nos fuerza a capturar como mínimo a 40 Boo escondidos por toda la mansión, los cuales pasan de ser divertidos al principio a un soberano coñazo al final, porque de la que salen los que tienen 300 de Vida y se dedican a entrar y salir de la habitación... puf. Os juro que cuando tuve que cazar al que se ocultaba en la habitación junto al rodeo de antes me cagué en todos sus muertos, pues cada cambio de emplazamiento del muy mamón me suponía sus buenso 30 segundos dando tooooooda la vuelta por el patio para quitarle otro 15% antes de que atravesara de nuevo la pared (el si esto es una mecánica cuestionable u otra forma de alargar la duración del título ya lo dejo al criterio del lector).


Sin embargo no diría que es ninguno de estos en auténtico problema de Luigi's Mansion. Es cierto, todo esto sucede, pero en líneas generales es un título divertido y que excepto en momentos puntuales logra tener siempre al jugador contento con la experiencia... el problema llega con los jefes finales. Dios, qué tortura de 4 jefes finales. Los dos primeros aún bueno, porque tienen poquita vida y aunque notamos ciertos problemillas tampoco le damos demasiada importancia, pero con los dos últimos puedes acabar muy hasta las narices de las cámaras fijas.


Imaginad por un momento un título donde la cámara no se mueve pero os pide precisión EN HORIZONTAL. Ahora sumar a la ecuación enemigos muy rápidos que no paran quietos y que Luigi no es precisamente un niño rata con quickscope y tenéis el pack completo para tocarle las narices al jugador. De verdad, ¿tanto costaba que la maldita cámara se adaptara de algún modo durante los jefes finales en lugar de esas batallas donde pasas más tiempo rezando por estar en la posición correcta del eje Z que divirtiéndote con la caza al fantasma? Por no hablar de lo tocho que está el Final Boss respecto al resto de enemigos del juego, que sin ser tampoco nada especialmente complicado sí se sitúa dos kilómetros por delante de todo lo demás que hemos capturado hasta ese momento.




En fin, y creo que ya esto es todo. Luigi's Mansion tiene un buen puñado de problemas que enturbian la experiencia, pero ver a una Nintendo que aún tenía ganas de innovar haciendo las cosas medianamente bien (WiiU cof cof cof cof cof) me ha sacado la vena sensiblera. No sé si realmente es esta la nota que se merece un juego de estas características que a su vez se presta tan poco a la rejugabilidad, pero si ha logrado que pese a todo lo dicho me lo pasara casi del tirón algo tendrá, ¿no?

NOTA: 7

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