La memoria episódica es la capacidad para recuperar de forma voluntaria experiencias específicas relacionadas con la propia persona que han ocurrido en un momento temporal determinado; dicho de otro modo: nuestros recuerdos en el modo más coloquial de la palabra. Es autobiográfica y retiene tanto eventos como organizaciones espaciotemporales. En la memoria episódica funcionan cuatro códigos: acústico, visual, semántico y las acciones motoras. Se desarrolla tardíamente en la niñez y se deteriora con la edad.
La capacidad de recuperar la información a partir de la memoria episódica está relacionada con la significatividad del material y con la forma en que está organizado. Así, métodos como la organización jerárquica y el establecimiento de relaciones entre los conceptos para construir una historia serían buenas técnicas de recuerdo, aunque otras como la mera repetición no asegurarían el aprendizaje (la repetición elaborativa, por otra parte, sí lo favorecería).
La práctica del material que se desea aprender y retener produce mejores resultados cuando se realiza de una forma distribuida en el tiempo que cuando ésta se hace de manera masiva.
Los enfoques neurobiológicos actuales afirman que el aprendizaje y la memoria dependen de la conectividad de las sinapsis entre nuronas cerebrales. Históricamente hubo 3 posturas:
-Localizacionista: la memoria depende de conexiones cerebrales específicas.
-La memoria está localizada por todo el cerebro.
-Squire: concilia las dos posturas. Afirma que diferentes componentes informacionales se almacenan en pequeñas asambleas de neuronas funcionalmente especializadas.
La evaluación de la memoria episódica se realiza con tareas de recuerdo libre, tareas de recuerdo señalado (damos pistas, como la primera letra) y tareas de reconocimiento (presentamos los elementos mezclados con otros novedosos). La calidad de la memoria de reconocimiento no se puede medir usando un porcentaje de aciertos, pues si ante cada estímulo el participante responde "antiguo" obtendría el máximo número de aciertos pero también el mismo número de falsas alarmas. Así pues, para evaluar estos últimos se creó la Teoría de Detección de Señales (TDS), de la cual deberemos entender estos cuatro conceptos:
-Acierto: identificar un estímulo antiguo como antiguo.
-Fallo: identificar un estímulo antiguo como nuevo.
-Rechazo correcto: un estímulo nuevo puede ser identificado como nuevo.
-Falsa alarma: estímulo nuevo identificado como antiguo.
Como ya dijimos, alguien que contestara "antiguo" a todo tendría a su vez el máximo número de aciertos y de falsas alarmas, así que emplearemos la Teoría de Producción de Señales y sus parámetros d` (discriminalidad) y c (criterio). La sensibilidad o discriminalidad se obtiene restando la media de las distribuciones de nuevos y de antiguos, es decir, si son fáciles de reconocer o no; el criterio es aquel que emplea el participante para determinar si un estímulo es nuevo o antiguo. Por ejemplo, si no penalizan los errores dirá muchos más "antiguo" que si los mismos penalizasen.
Para finalizar, hablaré muy brevemente de la teoría generalización-recuerdo y del olvido inducido por la recuperación. Basicamente, esta última teoría de hoy afirma que el recuerdo tiene dos fases: generación y reconocimiento; mientras tanto, al reconocer solo se reconocería. Así, las pruebas de recuerdo tendrían una mayor dificultad que las de reconocimiento. En lo que respecta al olvido inducido por la recuperación, pensad en el estudio de pares de categorías (vegetal-lechuga, animal-gato) donde practicábamos la recuperación solo con la mitad de los ejemplares. Tras una tarea distractora, los ejemplares no practicados anteriormente se recordaban bastante peor que los otros.
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